Te echo de menos
Nunca me llama demasiado el fútbol internacional de selecciones. Me resulta algo político, y no tanto deportivo. Pero, sobre todo, porque mi pasión real en términos futbolísticos son los clubes, los equipos, las historias que se narran sobre ellos, la cultura de las ciudades donde se localizan, las relaciones sociales en torno a las instituciones.
Por ello, el pasado mundial de Qatar (como todo aquel torneo de selecciones) no me atrajo del todo. Lo vi, pero casi por rutina, casi por obligación. Sin demasiada expectación ni tampoco demasiado interés más allá de saber por encima qué pasaba.
Pero ya es historia, por fin. Por fin, primero, porque era un absoluto y total despropósito. Segundo, por lo citado en los anteriores párrafos. Por fin, para poder volver a mi rutina semanal de fútbol inglés, y lo que surja. Esos viernes en los que sientes cosas especiales en el estómago sabiendo que es fin de semana y podré ver partidos, con sus característicos ambientes, con sus rutinarias melodías, con sus fotografías.
Me encanta la Premier League. Apareció en mi vida cuando era joven, iba todavía al instituto. Luego, en tiempos difíciles a nivel personal y familiar, se convirtió en un rincón en el que protegerme, una esquina privada en la que olvidarme de lo que estaba ocurriendo.
Por ello, te echo de menos, fútbol inglés. Sobre todo, porque evidentemente sigo el resto de ligas, aunque de forma algo menos secundaria. Pronto vuelve la dulce rutina del fútbol de clubes, con sus jornadas repletas de partidos interesantes, con las idas y venidas, con los cambios en la clasificación, con mi búsqueda de instantáneas fotográficas que me atrapan, con mis conexiones VPN siguiendo de cerca el punto de vista de la BBC. Es algo demasiado bonito e importante para mí como para dejarlo en el olvido.
Te echo de menos.