Rasmus Højlund está viviendo su primera temporada como futbolista del Manchester United. Unas primeras semanas de curso que, por encima de muchas cosas, está demostrando un contraste notable en su rendimiento.
El delantero danés suma cuatro goles esta campaña: tres con el Manchester United, uno con Dinamarca. Sin embargo, dentro de su rendimiento a nivel de clubes defendiendo la elástica de los Red Devils existe una enorme diferencia entre los torneos domésticos en tierras británicas y lo referente al aura de la Champions League.
Højlund todavía no ha marcado fuera de torneo continental. Los tres goles anotados hasta la fecha han sido todos en la Copa Europa. Marcó un doblete ante el Galatasaray y otro tanto ante el Bayern de Múnich. Tres goles en tres jornadas de la máxima competición del Viejo Continente es un rendimiento más que aceptable. Tres de los seis goles del equipo en el torneo. A ello se le suma el gol marcado ante San Marino el pasado 17 de octubre.
Le sienta bien el abrazo europeo. Sin embargo, por ahora, parece que le está costando estrenarse en Inglaterra. Tras ocho encuentros en territorio inglés (teniendo en cuenta Premier League y EFL Cup), todavía no ha saboreado las dulces mieles del gol. Pasan las semanas, pasan las jornadas, y su casillero en la liga más mediática del planeta sigue sin estrenarse, a cero.
Y ya no son sus cifras, sino sus sensaciones. Más allá de sus goles, su versión continental le presenta como un delantero cuyo físico marca la diferencia de forma muy positiva. Consigue ventajas, gana espacios, logra vencer en muchos de sus duelos. No tan holgado parece ser lo que está viviendo en Inglaterra, hasta ahora.
Sus actuaciones están lejos de ser perfectas. Si sus partidos son irregulares y, además, se le suma que no se ha estrenado, el resultado final es imposible de valorarlo como positivo. Todo ello bajo el contexto de un Manchester United que sigue en su particular camino sin destino. El efecto ten Hag vivido el pasado curso se ha difuminado, y el desenfoque vuelve a emborronar la dinámica del equipo.
Por ello, en un escenario de necesidad y búsqueda de razones para creer, el rendimiento de Rasmus Højlund no sólo se puede estar convirtiendo en un problema a resolver, sino que automáticamente se convierte en una necesidad. La necesidad de verle, por fin, rendir también en una Premier League en la que el Manchester United, tras diez jornadas disputadas, ya está a ocho puntos de los puestos de Liga de Campeones.
Es, sin duda, la antagónica rutina de Rasmus Højlund.
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