En el último año me he lanzado a la fotografía analógica. Me gusta saborear más, pensar más, desconectar del resto más. Me encanta esa sensación de "encontrarte" fotografías que no recordabas. Suelo tener en mente recuerdos de "Hice esta foto", pero siempre aparecen imágenes que no esperabas, pese a que las has disparado tú.
¿Qué ocurre? Los precios han subido considerablemente. La fotografía analógica está creciendo de nuevo. No está al nivel de la fotografía digital, pero se está poniendo de relativa moda el volver a disparar carretes. Entonces, claro, la demanda crece los precios han ido subiendo hasta niveles en los que hay que pensarse bastante lo de usar este método.
No sólo son los carretes, sino que luego hay que sumarle el revelado en físico. Sin exagerar, ambos pasos pueden salir por cerca de 30 euros. Quizás la culpa sea de vivir en Madrid, donde me temo que todo es más caro, pero es un proceso que hay que pensarse bastante.
¿Qué he decidido? Sigo adelante. Me gusta la fotografía analógica. Me gusta la sensación. Me gusta la calidad de imagen. Me gusta la rutina desde la primera foto hasta que la tienes en la mano o la ves en el ordenador. Pero creo que sólo voy a usarla en blanco y negro. Me encanta el blanco y negro. Me fascina, de verdad.
Por ello, en color, seguiré con mi réflex (estoy pensando en comprarme una nueva) para sacar adelante muchas de mis ideas e inquietudes. Pero, respecto a la fotografía analógica, la usaré sólo para escenarios "alternativos", diferentes, y ahí me encaja perfectamente
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