Esta semana, he vuelto a ver Fleabag y he vuelto a sentir eso que sólo sientes cuando ves una obra de arte. Una obra de arte de las de verdad. Para verla una y otra vez. Tras acabar el último capítulo, confesé: “Me la empezaba ahora mismo de nuevo”. Y no era mentira. Tener una dosis diaria de su abrazo es salud mental. Qué serie tan maravillosa.
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