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Emociones explosivas y antagónicas

El mismo instante. El mismo escenario. Consecuencias antagónicas.


Justo instantes después del pitido final del árbitro polaco Szymon Marciniak en la pasada Final de la Champions League. El Manchester City era, oficialmente, campeón de Europa por primera vez en su historia. El Inter de Milán, a su vez, perdía el partido más esperado del año, privándoles de vivir una de las mayores alegrías y éxitos de sus vidas.


En apenas metros, él éxtasis y la decepción máxima, conviviendo, respetándose, viviéndose de forma totalmente antagónica. La tristeza viviéndose en solitario. La felicidad siendo compartida. Unos empiezan una celebración que se alargará durante varios días. Otros empiezan a asimilar una derrota que no olvidarán nunca en sus vidas.

Reacción de los futbolistas justo después del pitido del colegiado (David Ramos/Getty Images)

La vida depende de tus intereses y esta imagen lo refleja a la perfección. Una situación que podría ser perfectamente conjunta, colectiva, compartida, retando a la lógica cuando uno de los factores dinamita el camino y divide la carretera en dos. Unos, el sendero soleado, sin piedras, sin obstáculos, con la ayuda que el apoyo mediático les brindará para que todo fluya. Los otros, el sendero neblinoso, húmedo, con miradas que destacan en las sombras amenazantes, con un horizonte en el que no se percibe ninguna señal de calma.

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