Hoy quise aprovechar la mañana para ir al Museo Del Prado. Quería, porque por motivos laborales no había podido ir desde hacía meses. Quería, porque el Jardín de las Delicias me parece fascinante. Quería, porque quería vivir la experiencia de acudir al museo y consumir sus obras con música.
Y así lo hice. Eran como las 11:30 de la mañana y decidí acudir a cubrir esa necesidad que quería cubrir. Pero pronto me di cuenta de que iba a ser complicado. Complicado por muchas razones y media hora después estaba saliendo por la puerta.
Complicado, porque todas las grandes obras que quería ver (Jardín de las Delicias, Las Meninas, El Lavatorio) estaban masificadas de grupos de personas. Grupos de personas que se contabilizaban en conjuntos de decenas de personas. Todas ellas, todos ellos, delante de los cuadros, con su correspondiente guía que daba explicaciones, anteponiéndose a tu visión, obstaculizando tu interés. Muchos de ellos, muchas de ellas, con cara de merluza escenificando que no querían estar ahí. Estaban ahí, como un bloque, y molestaban al resto.
Complicado, porque la actitud de la gente me pone enfermo. En general, pero aquí especialmente. ¿Por qué hacen fotos de los cuadros? ¿Qué buscan conseguir? ¿Buscan conseguir resultados mejores que los que pueden encontrar en Google, por ejemplo? Todos ellos, todas ellas, siendo reñidos por los vigilantes de sala, ya que está prohibido. Prohibir hacer fotografías es algo que siempre he cuestionado, pero es otro tema. En serio, ¿la gente no puede estarse quieta con el (puto) móvil?
Complicado, por los reflejos. Nunca me había molestado tanto las luces sobre las obras. Nunca antes tenía que haber reorientado mi posición y vista para ver bien los cuadros. ¿En serio no se dan cuenta? ¿En serio un, supuestamente, museo tan prestigioso no ofrece una experiencia mejor?
Complicado, porque hacía frío. Pasamos días de temperaturas bajas, pero quitarme el abrigo durante mi (breve) recorrido no fue una idea que contemplaba.
Tardaré en volver, creo.
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