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Charla imprevista en inglés


Voy a narraros una anécdota que me ocurrió hace unos días, pero que guardaba en un bolsillo para encontrar el hueco perfecto y, así, ser narrada. Una anécdota personal, liberadora, imprevista, sorprendente, que me ayudó a sentirme mejor.

Era mi día libre y, como suelo imponerme, salí relativamente pronto para aprovechar al máximo el tiempo. Normalmente salgo por la mañana y vuelvo por la noche. Sólo así sé que voy a hacer cosas, que voy a ir eliminando tareas pendientes en una lista física y mental que suelo hacer semanalmente. Los días que trabajo tengo tiempo libre, claro, pero evidentemente no la misma mentalidad ni el mismo cansancio.

Quise informarme en una academia de inglés cercana a casa. Sé inglés, me defiendo, entiendo aquello que leo y escucho, pero siempre he tenido el handicap, o inseguridad, del speaking. El haberme centrado en Premier League, en mucho de lo que ocurre allí arriba, en las románticas islas británicas, ha hecho que consuma a diario muchísimos contenidos en inglés. Versiones digitales de diarios, televisiones, periodistas, canales de YouTube oficiales de clubes... Evidentemente, saber inglés es básico en mi día a día. Y reitero, me defiendo bastante bien. De hecho, creo que realmente tengo un inglés medio, no como esa gente que, por haber hecho Bachillerato ya creen que tienen inglés medio, y no, porque luego van a UK, aterrizan a allí o necesitan entablar conversación con una persona de habla anglosajona y entonces se dan cuenta que realmente no saben inglés. No es una crítica. Es como cuando te dan el carné de conducir y crees que sabes conducir, hasta que coges el coche, tú solo, en la calle y entonces te das cuenta que debes seguir aprendiendo, puliendo detalles.

Es por ello que, partiendo de esto, decidí preguntar, informarme, sobre precios, dinámicas, horarios y demás datos para inscribirme dentro de poco. Quiero perfeccionar mi inglés porque sigo teniendo en mente, en unos años, probar suerte en Inglaterra. Quiero vivir esa experiencia casi de forma segura, pero quiero irme tranquilo y con la seguridad de que podré defenderme bien. Ahora mismo sobreviviría, seguro, pero mi autoexigencia hace que quiera perfeccionarlo.

¿Qué ocurrió? Tras una conversación sobre precios, horarios (tanto suyos como míos) me invitó, si me parecía bien, a entablar una charla en inglés para evaluar si realmente lo que le había dicho era real, si de verdad mi experiencia en la academia debía ir encaminada al speaking o, en cambio, mejorar otros aspectos. Esa fue la clave. La inesperada propuesta, el hecho de casi tener que decir 'Sí' a algo que llevaba dejando años. La propuesta era ahí, ahora, cuando yo sólo entraba a informarme.

Evidentemente, me senté en ese sofá negro, con el profesor frente, con una libreta en la que veía que apuntaba cosas tal y como íbamos hablando de todo. ¿Por qué me sirvió muchísimo esa simple charla en inglés? Primero, para desbloquearme esa inquietud de hablar en inglés. Yo sé que me defiendo, que mi inglés no es perfecto, pero tampoco es malo. De hecho, creo que es aceptable para entender un 80% del feedback diario que recibo en inglés. Para no tener estudios ni títulos de inglés, siendo todo de forma autodidacta, consumiendo contenidos en inglés, es para sentirse, al menos, orgulloso. Pero también me sirvió para enfrentarme a un imprevisto que, de haberlo pensado, quizás no hubiera hecho si antes de entrar hubiera sabido que iba a acabar en eso. Me sirvió para plantar cara a una inseguridad, para darme cuenta que son inseguridades absurdas, tontas, que planté cara a ello, y lo hice de forma muy aceptable, según me dijo el profesor. Hablamos de fútbol (cómo no, con un británico), del cambio climático, de mis aspiraciones en la vida. Entendía prácticamente todo y supe salir adelante a cada una de sus preguntas.

Personalmente, me sentí válido. Un detalle tonto, que duró como 20 minutos de charla, que sirvió para salir lleno de orgullo, de confianza, para desbloquear un poco esa sensación de inseguridad, para darme cuenta que muchas veces no hago ciertas cosas por inseguridad, por cierto reparo, pero que si las hiciera acabarían con resultados más que positivos.

Hablo en general, también. A veces, mucha gente nos dice cosas positivas y nosotros, quizás por inseguridad, por manías, por autoexigencia, tendemos a menospreciarlas, infravalorarlas, pero que sólo sirven para crear barreras tóxicas, e innecesarias, que frenan nuestras progresiones y evoluciones.

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