Un niño aficionado del Burnley mira atento a uno de sus ídolos (Ian MacNicol/Getty Images Europe)
Fútbol y niños suelen esconder las más preciosas de las historias. En este caso, en Turf Moor, en la ciudad de Burnley, en la previa del encuentro liguero entre el Burnley y el Huddersfield. Los aficionados acuden en masa, en millares, al estadio para ver de cerca al equipo de sus sueños. Muchos de ellos lo hacen cerca de hora y media antes, con tiempo, para recibir a los suyos a la bajada de autobuses. Tradición es en Inglaterra que muchos jugadores, antes de entrar al estadio, se paren un par de minutos para firmar autógrafos y realizarse fotografías con todo aquel aficionado que lo pida. En este caso, la inocente y pura mirada de un niño que, casi hipnotizado, mira atentamente a su ídolo, a uno de esos jugadores que ve por la televisión, que tiene en cromos, que ve en las revistas y la prensa. Pero en ese caso, en ese preciso instante, es real, está delante de él y su mirada lo dice todo, absolutamente todo. La mágica mirada del niño que tiene ante sí a su ídolo, a su ejemplo, a su estrella.