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Ya vuelve a latir ese gusanillo

Estamos a comienzos de julio y el gusanillo es real. Por motivos de trabajo, manejo calendarios de eventos y ya empiezo a rodearme de las primeras jornadas de la temporada 2023-24, las Supercopas nacionales y continental. Veo los partidos, los primeros horarios ya confirmados, y poco a poco empiezo verme en esa rutina tan mágica y especial de los fines de semana repletos de partidos, de focos.


Ya vuelvo a sentir ese gusanillo. Este gusanillo ya vuelve a latir. Qué necesario era el descanso veraniego, y queda mucho, por suerte, pero qué necesario empieza a ser cubrir ese vacío que existe cuando las ligas nacionales paran.


El mercado de fichajes está bien, ilusiona, permite soñar, pero es incomparable a esas tardes de sábado y domingo con la dulce melodía del fútbol de fondo, con sus posteriores resúmenes, con sus consecuentes análisis, con sus historias mentales, con sus incógnitas, con los recuerdos al pasado.


La rutina del fútbol acoge y abraza, y ahora, en verano, se echa en falta. Pero, como digo, pese a que todavía ni siquiera han empezado los principales amistosos, por motivos de trabajo, ya siento algo muy especial al ver las primeras confirmaciones oficiales de la próxima temporada.


Cada vez queda menos.

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