La semana que viene viajaré, por fin, a mi safe place en tierras gallegas. Echo de menos estar allí desde hace mucho tiempo, pero viendo la semana que estamos viviendo en términos climatológicos todavía más.
Es uno de mis rincones favoritos por su tranquilidad, por su espacio, por su entorno, por las conversaciones que suelen producirse y por decenas de detalles más que me hacen añorar su estancias cuando me marcho.
Me hace mucha ilusión estar allí, pero otra de las razones por las que me parece una escapada mágica es por su viaje en tren. Me gusta viajar en tren. Es un trayecto relativamente largo. Ahora ha bajado el tiempo de duración porque hay AVE, pero aún así son algo menos de cuatro horas.
Me gusta ese viaje porque aprovecho para leer. Me gustan los libros, pero también me gustan sus contextos. Recordar dónde estabas, cuándo lo leíste, forma parte del proceso que ofrece la lectura de un libro. Y tengo una noticia que me ha hecho ilusión.
He recibido Adiós, pequeño, el nuevo libro de Máximo Huerta (sorry, para mí siempre será Màxim) que ha visto la luz hoy mismo. Un libro de 384 páginas con un precio de 20'90 euros. Un libro que me hace mucha ilusión tenerlo aquí, junto al escritorio, y que me hace ilusión porque ya tengo decidido que será una de mis lecturas en este viaje.
Iré leyendo en el trayecto. Leeré en la terraza del ático por la noche. Haré lo mismo en mi rincón de lectura. Es una sensación especial saber que va a ocurrir, que va a volver a ocurrir.
Adiós, pequeño habla de los silencios, de la memoria, de las relaciones entre padres e hijos, del amor incondicional, del paso del tiempo, de la muerte, de la infancia como bálsamo, del legado familiar, de la historia de una pareja, del oficio del escritor. Máximo Huerta es uno de mis periodistas favoritos, uno de mis referentes, y creo que todo lo comentado líneas atrás convierten a este libro en un plan absoluto.
Ya cuento las horas para subirme al tren y descubrir qué nos ofrece. Sí, tendré que controlar mis ganas de empezarlo. Así lo he decidido.
