Confieso que me maravillaron los primeros 20 minutos del Tottenham-West Ham. Reconozco que disfruté mucho con los últimos 15 minutos del derbi londinense disputado en el Tottenham Hotspur Stadium. Entre medias, quizás desconecté algo. Vi el encuentro, pero parecía tan claro que los de Mourinho se llevarían la victoria que, sinceramente, tenía el encuentro más haciéndome compañía que otra cosa.
El comienzo fue arrollador. El final fue apoteósico. Entre medias, el debut de Gareth Bale, y poco más. Pero confieso que me enfadé mucho a posteriori, cuando empecé a leer comentarios críticos con el galés, cuando empecé a leer titulares enfocados sobre su figura asegurando que era el 'culpable', de que dio mala suerte, de que todo iba bien hasta que él entró al terreno de juego. Tal es el odio en el periodismo español hacia la figura de Bale porque seguramente plantó cara a su intocable Zinedine Zidane (el mismo que ha dejado salir a jugadores como Achraf, Reguilón o James y ahora les echa de menos), que ni siquiera ahora que ya no está, que ya se ha ido, dejan de acosar a su figura.
Fueron injustos con él durante años. Se le señaló, se creó una caza de brujas, se pidió su venta, se crearon campañas mediáticas para convertirle en enemigo público número. Sólo por no cumplir con los cánones de la (supuesta) grandeza de un equipo como el Real Madrid. Sólo por no ser español (reitero esto que he dicho más veces porque me parece grave y no se le da voz porque no interesa). Sólo por rebelarse ante la política no-escrita de jugar en un equipo tan (supuestamente) grande.
Se fue injusto con él. Y ahora que ya no está, ahora que se fue, ahora que ya no deberían hablar de él, se sigue haciendo. Se sigue haciendo porque están obsesionados, porque se trata de batallas personales que aprovechan y aprovecharán cualquier tipo de detalle absurdo para rascar e intentar seguir dañando su imagen.
Se culpa a Gareth Bale del empate épico del West Ham. Se habla de que entró y dio mala suerte. Se dice que tuvo una clara ocasión que hubiera sido el cuarto gol del Tottenham cuando el West Ham ni siquiera soñaba con nada. Todo ello desde lo absurdo, desde la herramienta mediática que tienen en su poder para magnificar un detalle absurdo.
¿Sabéis qué? Harry Kane pudo marcar un hat-trick, incluso 4 goles. Heung-Min Son pudo hacer un doblete. Pero no lo hicieron. ¿Sabéis por qué no lo consiguieron? Porque también fallaron, también tuvieron acciones donde les falló la puntería. Pero luego llegó el West Ham, firmó un final de partido apoteósico, épico, maravilloso para sus intereses y para los espectadores neutrales, y firmaron una actuación final que se será recordada durante toda la semana.
Pero no. ¡La culpa es de Gareth Bale! No se habla del golazo de Lanzini, de los fallos defensivos del Tottenham, del gol en propia portería de Davinson Sánchez, de las ocasiones falladas con 3-0 para los Spurs. No. No se habla porque eso restaría morbo, supondría pensar, supondría realizar un análisis táctico que quizás no sepan hacer muchas de esas voces críticas. Incluso, me atrevo a decir, supondría haber visto el partido.
La culpa es de Bale. O de Mourinho, el otro archienemigo. ¡Cómo se le ocurre a Mourinho sacar a Bale ganando 3-0! ¡A la hoguera!
De verdad, me enfadé. Me enfadé por pertenecer a este sector, por ver cómo se manipula, cómo se crean campañas ficticias que acaban asumiéndose como reales y verídicas en un 80% de las mentes que recogen el mensaje.
Odian a Bale. Odian su actitud de no haberse sometido al régimen. Y eso es algo que no olvidan, pese a que ya no está, pese a que se fue, pese a que ya no debería ser su carnaza diarias, pese a que muchas de esas voces pedían su salida. Es la triste realidad.
Bale no tuvo el debut soñado, pero de ahí a convertirle en el gran culpable es de auténtico circo. He dicho.
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