El Manchester cayó eliminado el pasado viernes de la FA Cup en Old Trafford tras caer en la tanda de penaltis contra el Middlesbrough. Una eliminación que va más allá de la derrota, que sigue aumentando la sensación de malestar y decepción local en Manchester, y que sigue confirmando los rumores que apuntan a que la temporada va camino de ser un fracaso total.
Sin opciones de ganar en Premier League. Sin opciones en EFL Cup y FA Cup tras haber sido eliminados. Vivos en Champions League, pero con la etapa más dura, competitiva y exigente del campeonato. Evidentemente, si acaban como campeones de Europa catalogar la campaña como fracaso sería algo parecido a un insulto, pero la dificultad de que ocurra es cuanto menos importante.
En verano llegaron tres jugadores de primer nivel mundial que expusieron un cartel espectacular para conocidos y extraños. Cristiano Ronaldo, Jadon Sancho y Raphael Varane aterrizaban Old Trafford y lo hicieron para complementar las posiciones en las que más sufría el equipo, para rellenar las quiebras que se habían convertido en problemas.
Sin embargo, ni la llegada de uno de los jugadores más universales del fútbol, ni la llegada de un central de primer nivel planetario, ni la llegada de una de las jóvenes promesas más interesantes del panorama futbolístico han provocado que el resultado sea al menos lo suficientemente bajo como para obtener conclusiones y notas positivas.
Los malos resultados, el rendimiento de algunos de los jugadores más representativos del equipo, los cambios de entrenador y polémicas extra-futbolísticas del vestuario han generado un escenario cuanto menos tenso, preocupante y nada alentador para la afición.
El Manchester United vuelve a firmar una temporada decepcionante y se suma a una dinámica que dura ya demasiados años. Considerado como uno de los clubes históricos del fútbol británico y continental, su racha de resultados año tras año ha instalado el malestar social casi como rutina. Una pobre rutina que sigue generando decepción y el cabreo crece cada vez más.
Sólo la Champions League, a comienzos de febrero, parece ser la única esperanza para salvar una decepcionante y preocupante temporada en el lado Red Devil de Manchester. Y, como sabrán millones de aficionados en el mundo, seguramente no sea el objetivo más accesible.
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