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Foto del escritorEsteban Gómez

¿Somos conscientes?

Las redes sociales se han convertido en un apartado importante en las vidas de las personas. Nos guste, o no.


Mucha gente opina ahí. Muchas personas, incluso, se ganan la vida con sus publicaciones. Muchas y muchos profesionales aportan sus conocimientos en empresas de terceros a cambio de un sueldo. Incluso, la base importante, hay un elevado porcentaje de usuarios que las usan para subir su ego y recibir la dosis diaria de dopamina.


Las redes sociales llegaron para quedarse y, pese a que ya son consideradas como algo negativo para la salud, podríamos estar viviendo el inicio de este tipo de plataformas.


Pero, ¿te has dado cuenta de que no nos pertenecen?


¿Te has dado cuenta de que son empresas privadas que no controlamos realmente?


¿Te has dado cuenta de que, si las personas propietarias quisieran, podrían desaparecer sin más?


Digo todo esto porque, por muy obvio que pueda parecer, no controlamos las redes sociales. Controlamos sus escaparates, sus herramientas, nos permiten crear rutinas, ganarnos la vida en algunos casos, pero es algo así como un permiso que nos ofrecen las empresas para hacerlo.


Si mañana quieren, se baja la persiana. Si mañana así lo deciden, tu red social favorita podría desaparecer y ni tú ni yo podríamos hacer absolutamente nada. Quizás a un usuario bajo-medio esto no le afectaría demasiado. Se cierra, se acaba, y ya está, ya llegarán nuevos entretenimientos. Pero para las personas que se ganan la vida con ellas, sería un problema. Un problema más probable de lo que puede parecer.


Usamos las redes sociales como plataformas y herramientas que sentimos como propias. Tenemos nuestro perfil, nuestro timeline, incluso nuestro alter ego creado. Sentimos todo como propio, como si dependiera de nosotros todo. Y aparentemente, puede ser. Decidimos qué contenidos publicamos, qué contenidos consumimos, a quién seguimos, cómo les seguimos (silenciados, o no). Creemos tener el control... pero no. Al menos no del todo.


No concebimos (por desgracia) la vida sin redes sociales y esta posible desaparición de algunas actuales podría generar más de un problema.

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