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Foto del escritorEsteban Gómez

Sin comentarios

Recientemente, vi (bueno, escuché) un vídeo de JPelirrojo en el que hablaba sobre una decisión que iba a tomar en su recientemente relanzado canal de YouTube.


Me pasa algo curioso con él. No me gusta. No me gusta cómo se ha comportado en los últimos años. No me gusta cómo ha intentado ganarse la vida. No me gustan muchas cosas que se han dicho de él (aunque debemos darle el derecho a la duda). Pero, reconozco, cuando me enteré hace unas semanas que volvía a publicar vídeos, algo me dijo interiormente que debía ver sus vídeos. Digamos que, para criticar algo, debes verlo. Y en esas estaba.


Dicho esto, sin comentarios. Sin comentarios, porque así se llamaba el vídeo que fue el germen de este post.


JPelirrojo afirmaba que, a partir de ahora, no iba a leer comentarios y, además, no iba a dar visibilidad a muchos de ellos. Este vídeo me llevó a una antigua reflexión que hice hace años, cuando ya trabajaba seriamente en abrir mi canal de YouTube. Me costó bastante, lo reconozco. La parálisis por análisis hacía acto de presencia y, desde el primer día que lo pensé hasta que finalmente salió a la luz, pudo pasar perfectamente un año.

Yo tenía claro que no tenía por qué leer los comentarios de la gente. Lo tenía claro. Por aquel entonces, porque lo pasaba mal al exponerme, porque no quería leer posibles comentarios negativos y dañinos, porque tampoco me importaba la opinión de otras personas si yo no las pedía. Importarme me importaban, ya que las críticas dañinas me dolían, pero no me importaban porque eran simples opiniones que, en la mayoría de los casos, no aportaban y se basaban en este dañino nuevo derecho social de que la gente puede hablar y opinar de todo. Cuánto daño ha hecho.


Recuerdo un viaje a Madrid. Sería 2015, creo. Visité una productora audiovisual en la que trabajan varios compañeros y amigos para ver las instalaciones, primero, y hablar con ellos sobre la posibilidad de dar un nuevo salto en mi marca en redes sociales, segundo. Pronto me dijeron que el trato a la gente debía ser positivo. Aquello ya me patinó, porque yo no quería tener que leer comentarios de la gente, en general, fueran buenos o malos. No quería. No me importaban, básicamente. Sin embargo, me dijeron que no dejar publicar comentarios podría crear una barrera con mi comunidad. No me convencía el tema, pero ellos eran los expertos, los que se ganaban la vida con ello, y decidí que, claro, había que hacerlo.


Pero yo seguía pensando en ello. De hecho, es algo que he ido mejorando mucho en mis perfiles de redes sociales. Ya no por miedo al qué dirán, a posibles comentarios críticos negativos, a posibles insultos, a posibles malos ratos. No, ahora no. Al menos no tanto. Ahora, simplemente, por salud mental.


Dicho esto, que me expuso mentalmente el vídeo de JPelirrojo, quiero expresar lo que realmente entendía de todo lo que intentaba explicarnos a los que viéramos la publicación. Si realmente no quieres leer comentarios, los desactivas. Sin más. Cuando la gente fuera a comentar, no podrían, pero ya está. Es tu decisión y es lo que debe priorizar. Sin embargo, hacer un vídeo explicándolo es lo que me hace sospechar y lo que me hace seguir pensando que este creador de contenido está bastante perdido desde hace años.


¿Es necesario dar explicaciones de algo que nadie ha pedido? ¿Es necesario anunciarlo, dar la oportunidad a posibles haters de seguir vomitando toxicidad? Lo único que veo, lo único que me transmite, es que busca (como siempre ha hecho) atención, y es entonces cuando me preocupa, porque su decadencia en redes sociales sigue aumentando.


Yo no quiero comentarios en mi canal de YouTube, porque me quiero cuidar en salud. Es la realidad, pero si algún día vuelvo a publicar (cosa que pienso a menudo) y no quiero leer comentarios, simplemente desactivaré la opción. Sin más, sin dar explicaciones, porque es mi canal, es mi zona de teórico confort y debo estar cómodo. No se trata de ego, de sentirme superior, ni tampoco de sentirme por encima. Simplemente, para evitar posibles comentarios que sean tóxicos.


Lo dicho. Entiendo el mensaje de JPelirrojo, pero no las formas. Como siempre, hay mucho más en lo que no se dice que en lo que se expone.

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