Sigo estando orgulloso
- Esteban Gómez

- 15 ago
- 2 Min. de lectura
Sobre ver cómo Feeberse ha implementado casi todas las conexiones en redes que tenía pensadas en Sportyeah! La ventaja de tener dinero y querer gastarlo.
Hace algo más de un año dejé de trabajar en el proyecto que me trajo hasta Euskal Herria. Fue una decepción ver cómo se tiró la toalla tan pronto por parte de la empresa. Y no lo digo yo. Las conversaciones post-despido con mi compañera y compañeros, así lo corroboraron. Es la realidad.
En cierta medida, quise hacer autocrítica. Pese a que la decisión de la empresa fue sorprendente, un giro de rumbo inesperado (por los tiempos, básicamente), quise analizar mi labor para ver qué había podido mejorar. Y, confieso, hubo cosas a mejorar, pero detalles mínimos, básicos, nada relevante, por lo que quedé relativamente tranquilo porque sé que nadie puede reprocharme nada de aquellos meses. A nivel legal, así se corroboró todo un par de meses después.
Estoy tranquilo, reitero. Y existe algo que no sólo me hace estar tranquilo, sino muy orgulloso.
Aquel proyecto aspiraba alto, quería cumplir metas extraordinarias (en mi opinión desmedidas, poco realistas, pero no iba a ser yo quien cortara el rollo), pero quería conseguirlo bajo mínimos. Un ejemplo te hará entenderlo mejor: quieres perder 15 kilos haciendo poco deporte y sin cuidar tu dieta. Pues eso.
Y mi labor fue muy buena. No excelente, porque es algo que no existe. Mejoraría cosas, como en cualquier caso de mi autoexigencia, pero la base diaria se hizo perfecta. ¿Y por qué creo todo esto? Por las decisiones tomadas, por el planteamiento que debía hacerse y porque la competencia (de la que se reían más de una vez) ha hecho el 85% (sin exagerar) de los planes que tenía preparados y pensados.
Es mi pequeña victoria. Ver que el otro proyecto similar (que, curiosamente, salió en fechas parecidas) ha hecho muchas de las cosas que quería implantar sólo me provocan una tranquilidad y satisfacción inmensas. No por el ego personal (que cada vez tengo menos), sino por ver que mi visión profesional va por el camino correcto.
Ahora, adivina qué proyecto ha sido lanzado con cierto éxito y cuál sigue estancado, tomando decisiones muy cuestionables y sin rumbo.
Qué pena, de verdad.
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