Quiero un dumbphone, pero...
- Esteban Gómez

- 16 oct
- 2 Min. de lectura
Quizás hayas entrado en este post para saber qué es un dumbphone. Yo lo hubiera hecho.
Un dumbphone es, básicamente, un dispositivo móvil a la antigua, sin conexión a Internet, sin apps, sin videojuegos, sin cámara de fotos. Todas y todos tuvimos un dumbphone en nuestra infancia si ya tenemos cierta edad. En nuestra época era simplemente un teléfono móvil, de esos para llamar y enviar SMS. En el mejor de los casos, mandar un SMS para recibir fondos de pantalla de pago, o cambiar nuestros tonos de llamada.
Bien. Una vez dicho esto, quiero un dumbphone. Quiero uno para escapar del ruido. Quiero uno para no tener que estar tan pendiente del móvil. Y, ojo, me considero una persona que no es adicta al móvil, y aún así tengo un uso diario de entre dos y tres horas entre podcasts, YouTube y cámara. Pero quiero uno, porque estoy cansado del ruido mental que se genera a diario por los smartphones.
Pero, claro, tener un dumbphone supondría desconectar del mundo. Y ya no a nivel informativo, redes sociales, o contenidos audiovisuales, sino en temas sociales. Y peor: laborales. ¿Te imaginas que en un trabajo nadie pueda enviarte un Whatsapp por decisión propia? Podríamos hacerlo, pero ¿tienes la seguridad de que eso no tendría consecuencias?
Podría sobrevivir sin un teléfono de estos llamados inteligentes. Los podcasts, los vídeos y un enorme porcentaje de uso de redes sociales los hago desde el ordenador. El mismo desde el que estoy escribiendo este post. Y cuando no quiero más, me levanto y me olvido. Uso el móvil, claro, pero son casos puntuales, muy concretos.
Lo único que me genera rabia es el tema trabajo. ¿De verdad crees que se podría trabajar en un puesto de mi sector sin Whatsapp o Telegram, por ejemplo, sin la posibilidad de que un compañero te escriba por temas diversos o un jefe te diga cosas fuera del horario? Es la dura realidad. Lo asumimos, lo normalizamos, pero no es normal.
Recuerdo, de pequeño, cuando mi padre llegaba a casa el viernes después de toda una semana viajando en el camión, dejaba el teléfono móvil en el mueble y lo apagaba. Lo apagaba, insisto. Y no pasaba nada. Nadie del trabajo le molestaba, no recibía inputs porque estaba de descanso, estaba de fin de semana. Y ya.
Yo he llegado a recibir mensajes de trabajo un sábado por la mañana, un domingo a la tarde, un lunes a las 22:15 de la noche o un miércoles a las 9:00 de la mañana trabajando ese día por la tarde. O los grupos de Whatsapp del trabajo. Siléncialos, claro, pero allá tú si llegas a trabajar y no estás al tanto.
Lo tengo claro. Quiero un dumbphone, pero....
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