España vive días convulsos. Días preocupantes, tristes, que incluso desorientan. Días en los que uno se hace mil preguntas. Días en los que mi consumo de medios de comunicación está bajo mínimos. Y eso que trabajo y vivo el día a día en uno de ellos. Aunque, claro, el ámbito deportivo no es un foco tan latente y candente como sí pueden estar viviendo mis ‘compañeros de piso’ en el diario El País.
A veces lo pienso. En mi rutina tenemos estrés por carga de trabajo, sí, pero un estrés controlado en cierta medida. Sin embargo, cuando llego a mi lugar de trabajo, abro esa puerta gris, entro en el recibidor y miro hacia a la derecha (sabiendo que al otro lado están ellos, los del País) a veces me entra una sensación entremezclada de relax, envidia e incluso curiosidad.
Bien. Volviendo al tema. España vive días social y políticamente convulsos. Y sin meterme mucho en el tema, porque no quiero crear aquí el incendio que evito en mis redes, diré que me jode, me fastidia que haya gente que me eche en cara (sí) que no me moje sobre el tema en público, que no opine, que haga como que me da igual el tema.
Demagogia barata de esa que le dan a la gente ahora cuando abres un perfil en Twitter. A mí, cuando creé el mío en 2009, no me lo dieron. Siento curiosidad cómo la dan. ¿En lata, en sobre, en papel de plata como ciertas sustancias? Me piden que opine, que me moje, que exprese mi posición al respecto. No lo hacen buscando que sea «humano». No lo hacen para hacerme sentir mal porque «madre mía, con la que está cayendo y tú preocupado con el fútbol…». Lo hacen pidiendo un posicionamiento. Ya sabéis que hoy en día eres de unos o de otros, que eres azul o rojo, que eres independentista o español. Y entonces, al posicionarte, ya te tienen cogido, ya te tienen en un bando y entonces, si no eres de los suyos, serás un mierda, serás ese imbécil que sabían que eras.
Quieren etiquetarme para eso, para malmeter, para juzgarme, para intentar tirar dardos y herir, para meterme en un grupo con unos estereotipos establecidos. Y entonces, barra libre.
Y así con todo.
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