Hoy he visto Archipiélago: a love story, un cortometraje dirigido por Kalle Gustafsson que narra la historia de un amor a tres bandas en un entorno de ensueño. Me ha encantado. Podría ponerlo en mayúsculas, pero no quería romper la estética. Me ha maravillado.
Visualmente, es preciosa. Una maravilla. El cuidado de los planos, la calidad de su fotografía, la apariencia de sus personajes, el entorno, la historia en sí, el desenlace. Todo ello navegando, como espectador, entre la curiosidad de ponerte en el lugar de una de esas personas y sentirte identificado con lo que pasa al final.
No entiendo algo. No lo asumo como negativo, porque sé qué me gusta, cómo me gusta y cuándo me gusta. No me preocupa estar a la contra, pero me llama la atención. Lo añadí a mi lista de visión porque me había parecido interesante, pero luego, cuando lo vi, me di cuenta de la nota que le habían asignado los usuarios: 4'2. Además de la nota suspensa, la etiqueta de Floja.
No lo entiendo, sinceramente. Realmente, sí. Si la comparas con estas megaproducciones de fast food, evidentemente, ese tipo de gente, se sentirá mareada por su ritmo. Pero ahí recae su encanto. Una media hora de amor, de desconexión, de atrapamiento, incluso de magia. ¿Y la suspenden? Es injusto, porque alguien que no la haya visto, que no la conozca, se encuentra esa nota, y lo último que piensa es en verla.
Está en Filmin, dura 31 minutos y, si te fías de mi palabra, te recomiendo que le des una oportunidad.
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