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Foto del escritorEsteban Gómez

¿Qué me está pasando?

A finales de 2020 sentí que quería cambiar. Sentí que quería cambiar mis dinámicas, mis rutinas, a qué dedicaba mi tiempo.


Lo tenía claro. Menos fútbol, menos trabajo, más cultura, más desconexión. Adivina cuáles he conseguido controlar y cuáles siguen latiendo algo más de tres años después.


Aquellas últimas semanas de 2020 sirvieron, entre otras cosas, para concienciarme de que era el momento de leer más. Leer más, porque no leía prácticamente. Mis padres (especialmente mi madre) me habían querido inculcar desde pequeño la lectura. Les recuerdo leyendo, leyendo hasta tarde, con anécdotas como "Tengo que leerme 1-2 páginas otra vez, porque anoche me estaba durmiendo". Estaba presente. Se leía en casa. Pero yo no quería.


Ahora sí. Ahora sí, entre muchas cosas, porque soy una persona muy diferente. Y fue en aquel momento en el que me puse retos de lecturas. El primero, 2022, sin metas. Leer libros, en general, como primer paso adelante. De no leer nada a leer algunos ese año ya sería una evolución.


Aquel 2021 creo recordar que leí 17. De 0 a 17, muy bien. Pero 2022 ya llegó con un reto mayor. Debía leer más de 17. Debía leer para desconectar, para culturizarme, para adquirir conocimientos, pero para superar esa cifra. Y la superé en 2022, cuando leí 29. Bien, muy bien. Algunos de ellos incluso me encantaron.


2023 empezó con un reto mayúsculo. Ya no sólo debía superar los 29, sino que me planteé leer un libro a la semana. Con mi nuevo trabajo, cumplía en lo profesional y tenía toda la tarde para leer. Lo conseguí. Vaya si lo conseguí. En 2023 leí 52 libros. Boom. Sí, 52 libros. El Esteban de la infancia/adolescencia estaría flipando.


¿Y en 2024 qué? Sinceramente, inicié 2024 curándome todavía de una ruptura y me planteé, sencillamente, leer nuevamente un libro a la semana. Me parecía un reto igual de importante e interesante. Pero volvió a pasar. Mi hermana y mi cuñado me regalaron siete libros por Navidad y me los conseguí leer antes de que acabara enero.


Boom. Nuevo reto planteado. Mantener el ya asumido reto semanal, haría que 2024 sería el año que más libros habría leído en mi vida. Y ahí estaba, leyendo un libro semanal y empezando otro. El reto no sólo salía adelante, sino que mantenía el ritmo de lectura bestial.


Pero llegó marzo y llegó la imponente oportunidad de trasladarme a Vitoria-Gasteiz y, ahí, el ritmo de lectura se ha visto truncado. Leo. Leo a diario, pero el ritmo está alejado a lo que tenía en casa y, es cierto, ha bajado. Ha bajado, pero late.


No he dejado, ni mucho menos, la lectura. Leo en el trayecto desde el trabajo. Leo en la cafetería. Pero me ocurren dos cosas. Dos cosas por las que empecé a escribir este post:


  1. Me he dado cuenta que este 2024 he leído pocos libros que me han enamorado. Algunos me han gustado. Otros ni sí, ni no. Algunos, incluso, no. Entonces, me he planteado si estoy leyendo para mantener el reto o por gusto realmente. No me preocupa. Ni mucho menos. Pero me ha 'decepcionado' el darme cuenta de que 2023, por ejemplo, en términos de sensaciones literarias, parecía mejor.

  2. Desde que estoy aquí, no leo un libro a la semana. Eso hace que las primeras semanas de 2024, con aquel imponente ritmo, estén ayudando ahora a mantener el ritmo de tener más libros leídos que semanas vividas este año.

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