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Foto del escritorEsteban Gómez

¿Por qué trabajo en cafeterías?

Es diferente. No lo hago todos los días ni en el mismo sitio. Algunos lo llaman teletrabajo, pero a mí no me gusta catalogarlo ni etiquetarlo así. Trabajo desde casa un alto porcentaje de mi tiempo, aunque evidentemente algunas veces me toca hacer visitas a las oficinas. Y tampoco es así del todo, ya que muchas veces de las que no debo ir a tratar temas personalmente, salgo del ático y bajo a cafeterías que tengo a mano por el barrio.

Una condición vital: que haya Wi-Fi. A partir de ahí, libre elección. Por suerte, tengo cafeterías de las que yo siempre llamo «cuquis» para dejarme llevar, para centrarme, para trabajar, para llevar a cabo proyectos. Tengo 2-3 cafeterías que ya considero de cabecera, como si de mi médico se tratara. Lugares a los que acudo cuando necesito salir, cuando necesito trabajar y cambiar de entorno. Es muy importante, y como actualmente puedo, mi trabajo me lo permite, intento hacerlo por las mañanas.

Bajo, pido 1-2 cafés, y trabajo, me organizo, incluso siento esa sensación innata a través de la cual me doy cuenta que me apasiona cada una de las cosas que hago a diario. ¿Es mejor trabajar, o preparar proyectos, en cafeterías que en casa? Según qué cafeterías, claro. Cada vez es más común ver a mucha gente trabajando, con sus ordenadores junto a tazas de café, tazas de té, tazas de responsabilidades.

Trabajo en cafeterías porque me ayuda a concentrarme (aunque pueda parecer lo contrario), porque me ayuda a cambiar de entorno y, muchas veces, facilita que piense diferente, que fluya todo mejor. Trabajo en cafeterías porque crea rutinas más dinámicas más allá de despertarme e irme al escritorio.

Es cierto que ir a cafeterías supone gastos. Al menos en mi caso. Podría pasar 2-3 horas en una cafetería tomándome un simple café con leche, pero evidentemente tomo algo más para que el servicio que me ofrecen. No siempre ocurre así, pero a mí me parece ético. Si vas y consumes su internet qué mínimo que consumir. Pero bueno, digamos que esto es una ley no escrita y no una obligación. Se trata de tener un mínimo de ética.

Trabajo en cafeterías porque me gusta ese aura con aroma a café, con gente que también trabaja, que también crea. Aunque no trates con ellos, aunque no entables conversaciones, sabes que son personas que están dedicando su tiempo a trabajar, a algo muy similar a lo que tú puedes hacer.

Y ojo, hablo de trabajar, pero muchas veces también acudo a cafeterías para hacer listas, para preparar ideas, proyectos futuros. Aunque no sea trabajo como tal, sigo esta dinámica porque me parece interesante, porque me parece positivo cambiar de aires, de entorno, y encontrar en una mesa, junto a un café o lo que apetezca en ese momento. Y luego, volver a casa sabiendo que has dedicado la tarde a producir. Si tu rutina se establece en el mismo entorno donde trabajas y vives acabas saturándote, acabas haciendo de tu día a día un bucle.

Esto es sólo una opinión, una simple exposición de parte de mis rutinas. Ni digo que sea lo mejor, ni lo peor.

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