En el último año y medio he dado un paso adelante en mi relación con la fotografía analógica.
Tenía conocimientos, tenía una relación cercana con la fotografía digital, pero la fotografía analógica estaba aparcada desde que era pequeño, en casa de mis padres.
¿Por qué hago fotos? Recientemente, escuché esta pregunta en el podcast Carrete 101 e hizo planteármela a mí mismo, el por qué hago fotos, primero, y por qué me gusta hacerlo, segundo.
Supongo que tiene mucha relación con mi forma de llevar el día a día. He conseguido aislarme de muchas de las corrientes que actualmente inundan todo y pensé que la fotografía, con todo lo que conlleva, era un terreno interesante para poner en práctica muchas de las inquietudes e intereses que tenía.
La fotografía, en general, sin formatos ni tamaños, ya había entrado en mí hace años. Cada fin de semana, compartía en mi perfil de Twitter una sección de imágenes que nacían en los estadios ingleses. Esa sección, ese rato que dedicaba a descubrir por primera vez, a seleccionar, a entender las historias que escondían y, luego, compartirlas, me hizo ver que había algo en eso que me gustaba.
Ahora, desde hace un tiempo, he decidido ir un poco más allá. Y lo hice porque me gusta, porque es algo que me hace sentir bien. Pero, volviendo al inicio, ¿por qué hago fotos? Creo que vivimos en un mundo fugaz, eléctrico, que roza lo sectario, cada vez más carente de valores, de polos, y creo que una actividad como la fotografía me permite crear y narrar mis propias historias.
Además, porque, como dijo mi profesor de televisión, la fotografía es el arte de capturar el tiempo. Gracias a la fotografía soy capaz de generar recuerdos, de captar momentos, de dejar puertas abiertas al recuerdo. Es la realidad.
Por ello, por todo ello, hago fotografías. Ya sea en analógico, en digital (móvil, réflex), leyendo sobre mis fotógrafas/os favoritas/os, buscando referencias, escuchando podcasts, viendo reviews de productos, buscando nuevos laboratorios... Por cómo me siento haciéndolo, por lo que me aporta, por cómo me permite no pensar, por cómo consigo no hacer caso a tonterías. Por eso, por todo eso. Por todo eso hago fotos.
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