Creo que cada año por estas fechas expreso algo parecido, similar, o casi idéntico.
Celebro el final de las ligas. Celebro que acaban los fines de semana repletos de partidos. Esto me ocurre desde que dedico mi vida a los medios de comunicación. No considero que sea una faena dura ni aburrida. No. Creo que nunca lo confesaré así de forma tan tajante.
Sin embargo, llegar a finales de mayo supone llevar en las espaldas meses de informaciones, resultados, partidos, resúmenes, análisis, y la carga mental es importante. En agosto todo arranca y sabes que, en mayor o menor medida, vas a tener los fines de semana planeados prácticamente al 90%. Podrás hacer cosas, reunirte con gente, ir a sitios, pero siempre parecerá estar sometido a los límites horarios que deja el fútbol. Al menos es mi caso.
Entonces, claro, ahora que sé que ha acabado la temporada en las grandes ligas (quedan las finales europeas), que sé que voy a tener fines de semana enteros para dedicarlos a otras cosas hasta el mes de agosto es una sensación muy agradable, muy apetecibles, muy deseada.
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