Nunca lo he confesado, ni lo confesaré. Tengo opiniones propias, guardadas en ese cajón de ahí, el tercero de la cajonera. Opiniones que nunca he dicho a nadie. Opiniones que nunca he expresado en redes sociales, ni tampoco aquí. Y muchas veces pienso en ello, en por qué no lo hago, por qué me las guardo, por qué no me posiciono al respecto.
Pronto pienso que para qué, que mientras no lo hago público, no lo pienso, ni lo digo, y entonces no me etiquetan. Muchas veces he eliminado tweets que iban a ser publicados. Muchas veces he cambiado guiones de vídeos en YouTube. Muchas veces dejé en borradores posts de este blog que, luego, acabaron siendo eliminados.
Nunca lo he confesado, y dudo que acabe haciéndolo. Lo dudo, porque me siento con el control de evitar consecuencias, siento que tengo el control, que tengo mis armas bien guardadas.
Comments