Recientemente, vi un documental sobre la artista Margaret Atwood y me dejó una frase con la que me sentí muy identificado. No por ser artista, porque no lo soy, porque no lo considero, sino porque sí tengo esa curiosidad que afirmaba: "Un artista nunca aparta la mirada".
Me sentí identificado porque, aunque no me considere un artista, es cierto que mi interés por diversas artes (fotografía, pintura, cine) ha hecho que desde hace años tenga activada otra mirada. Una mirada ni mejor ni peor que el resto, sino la mía. Una mirada que me ha hecho ser mucho más curioso (que no cotilla). Me fijo mucho más allá donde voy. Busco historias, anécdotas que convertir en historias. Miro hacia arriba, observo edificios, la luz que se impregna sobre ellos. Busco tutoriales para seguir aprendiendo, para seguir perfeccionando.
Y todo ello sin más pretensión que desconectar. En este mundo tan fugaz, eléctrico, desconcertante, que no permite pausas, yo sí las busco. Busco pausas, por ello dedico tiempo a la lectura, a la fotografía, al cine, a la pintura y a todo aquello que me despierte cierto gusanillo. Esto no se trata de postureo. El postureo me gusta, pero no en este asunto. Lo hago porque tengo intereses nuevos desde hace algunos años y, en consecuencia, observo mucho más, vivo mucho más el momento, me interesan muchas más cosas.
Por ello, la frase "Un artista nunca aparta la mirada" me pareció súper interesante y me vi reflejado en cierta medida. A diario, encuentro detalles que me permiten escribir, redactar, o por ejemplo veo rincones, encuentro historias, que fotografío, o busco edificios que dibujar (con mayor o menor destreza) y que incluso a veces pinto. No soy un artista, nunca me consideraré uno, pero es cierto que nunca aparto la mirada. Aunque debería hacerlo más de una vez, lo confieso.
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