Una mañana, una tarde o una noche. Una mañana, una tarde o una noche ahí, en ese entorno, en esa casa, con ese horizonte, con ese olor a mar, con esa humedad latente, con ese cielo que abraza nubes densas que amenazan lluvia. Encontrar una habitación para sellar mi espacio de trabajo, para situar mi estantería de cámaras fotográficas, con una ventana grande, preferiblemente con vistas al mar, teniendo siempre frente a mí un escaparate vivo, irregular, novedoso a cada paso que da. Un lugar para aislarse, para bajar el volumen, para no mirar el teléfono móvil, para escuchar esa lista de Spotify con canciones especiales. Un sitio para que el viento salvaje golpee el rostro, para que te despeine sin preocupación, sin pensamientos. No me importaría.
