Cuando era pequeño, me encontré con el Espai Verd, un edificio residencial súper interesante que hay en València. En el barrio de Benimaclet, más concretamente, en la zona norte de la capital del Turia.
Siempre supe de su existencia, pero nunca lo visité concretamente, a propósito, con el único fin de contemplarlo. Pasé alguna vez por la gran avenida que hay al lado, mirándolo desde el coche, y su estructura me fascinaba.
Sentí mucho más la necesidad de saber de ello con el paso de los años. Más concretamente desde que me fui a vivir a Madrid. Se juntaron muchas cosas. Para empezar, la distancia, la imposibilidad de poder visitarlo sin organizar un viaje. Además, por mi afición por la fotografía arquitectónica que ha ido a más en los últimos dos años.
Sentía que me apetecía visitarlo. Por un lado, por ese deseo personal. Por otro lado, por el gran juego que me daría con el objetivo en las manos. Hace un par de fines de semana, encontré el hueco perfecto.
Fue una tarde de sábado, con un clima agradable (hacía frío, pero acogedor). Lo organicé perfecto para acudir en las últimas horas de luz, pudiendo captar la cálida imagen de la golden hour en sus fachadas, jugando con las sombras, con su figura, con el gigantesco espacio negativo que ofrecía.
Lo disfruté mucho. Muchísimo. Sabía que había hecho muchas fotografías, pero hasta que no llegué a casa, volqué los datos, seleccioné y edité, no me di cuenta de cuántas imágenes me gustaban de verdad.
Las siguientes, son las fotografías que más me gustaron. 17 capturas que me dejan con buen sabor de boca. 17 elegidas de algo más de 50 que realicé del edificio. Por el color, por el entorno, por el plano. Este es el resultado de aquella tarde de enero que disfruté muchísimo.
