Hace un par de semanas dejé los estudios. Me decepcioné a mí mismo al tener que bajarme del tren, pero era una necesidad vital. Lo necesitaba. Estaba desbordado y me sentía colapsado. Me dolía.
Llegué a la frontera emocional y decidí parar. Fue una decisión increíble. Me siento liberado, tranquilo, relajado, satisfecho y controlando mi vida. Es una sensación demasiado positiva y reconfortante.
Me he quitado un peso enorme. Un peso enorme que cargué sobre mis espaldas durante unos meses y al que tuve que enfrentarme para ser lógico y sincero conmigo mismo. El qué dirán me empujaba a seguir. Mi cabeza me instaba a parar, a descansar, a ser justo con mi persona.
El peso mental de la carga de tareas. El peso emocional de sentirme privado de tiempo libre. Ambos noqueados de una vez. Vuelvo a tener las riendas de todo y es sensacional.
Menudo peso me he quitado.
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