Desde que tengo uso de razón siempre he sentido que he ido a contracorriente. Antes iba más relacionado a las modas, ahora a lo personal. Ni para bien ni para mal. Siempre he pensado sobre cómo me sentía, sobre cómo veía que el 80% de las cosas que recibía como supuestos estímulos no iban conmigo.
Y en esas sigo. Es por ello que he decidido expresar como veo la situación actual de la sociedad.
No me siento identificado con el ritmo de vida del lugar donde vivo, con la ideología que inunda a las personas, con la falsedad que nos rodea, con la desmesurada exigencia que se vive en los trabajos, con las terribles condiciones laborales. Siendo community manager, detesto lo que se ve y vive a diario en las redes sociales. Siento asco en qué se ha convertido cualquier entorno existente.
Entonces pienso en este terreno latente que expulsa lava y calor como una localización céntrica de una gran ciudad. Ahí están todas y todas haciendo lo mismo, creyéndose parte de una comunidad carente de valores, gritando, lanzando los mismos mensajes desvirtuados, ficticios.
Lo describo desde la distancia. Desde una distancia ficticia, claro, porque por mucho que me queje y analice, sigo aquí, en el epicentro. Pero lo describo desde una distancia romántica y lo hago desde más allá del extrarradio. En el extrarradio sigue habiendo ruido, sonido. No un ruido tan molesto, pero llega el eco, sigue sin existir el silencio total, la calma, la tranquilidad, la seguridad de que todo está teóricamente controlado.
Por ello, mi deseo es salir del centro, primero, mirar desde el extrarradio mientras sigo caminando para salir más allá del territorio localizado parte de un mismo e intentar desconectar. Algún día lo conseguiré. Algún día se hará realidad. La mente descansará, circulará a otro ritmo menor, vaciando un 60% de los estímulos actuales que, lejos de ser necesarios, son totalmente dañinos.
Algún día publicaré posts en este blog desde ese lugar que, ahora mismo, es un tanto romántico.
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