Recientemente, he recibido dos libros de Penguin Random House que me parecían interesantes, con temáticas diferentes, pero que me habían llamado la atención por diferentes motivos: Beber y La Realidad no existe.
Beber me llamó la atención por varias razones. Primero, Pere Aznar es un cómico que me gusta mucho desde que le descubrí hace años en ÀPunt y, por ello, quería saber más de él. Segundo, porque el libro recoge sensaciones y vivencias que le han generado su adicción al alcohol. Todavía recuerdo cómo me quedé de piedra al desvelarlo en Late Motiv, el programa que tenía Andreu Buenafuente en Movistar Plus y del cual era colaborador. Tercero, porque creía que iba a ser una lectura de la que sacar conclusiones.
Este ya me lo he leído, y reconozco que esperaba algo diferente. No digo que no me haya gustado. Me ha gustado, me ha ayudado a conocer más a Pere Aznar, pero debo reconocer que a veces me sentía perdido ante los diferentes cambios presente-pasado que va narrando. De hecho, a veces sentía innecesario mezclarlo todo. Pero, supongo, hay profesionales que se encargan de ello y sabrán mucho más que yo. Simplemente, ese vaivén de presente-pasado me hacía desconectar. Todo ello, eso sí, con una lectura fugaz. Me lo leí en apenas cuatro días.
También recibí La Realidad No Existe, de Jaime Rodríguez de Santiago. De este puedo aportar poco a nivel de lectura, ya que lo recibí después, más tarde, y todavía no lo he leído. De hecho, cuando estoy escribiendo esto, ni siquiera lo he empezado. Sin embargo, sí puedo comentar por qué me llamó la atención y por qué me pareció interesante. Digamos que el concepto de realidad es un tema que late en mi cabeza desde el confinamiento. No sé si por una serie de contenidos que vi por aquellas fechas. No sé por ese gusanillo que despiertan ciertas teorías de conspiración relacionadas con Matrix y similares. Lo que sí tengo claro es que este libro puede ofrecerme muchos escenarios interesantes, muchas reflexiones sobre cómo percibimos la realidad las personas. Como dice en su sinopsis, tú, yo, un gato o un tigre, no percibimos la misma realidad y eso me parece súper interesante. Como digo, no lo he leído, pero me hizo ilusión recibirlo.
