Recientemente, leía una entrevista a Karmento, una de las artistas que participaron en la reciente edición del Benidorm Fest. Una entrevista que me dejó un titular interesante y que estoy trabajando en los últimos años: "Sólo de mayor te das cuenta de cómo tu pueblo y tus amigas te han ser quien eres". Me gustó, me atrapó, porque vivir fuera de casa no siempre es agradable y te planteas todo tipo de situaciones referente a ti y tus raíces.
La vida que tengo ahora no es la que, evidentemente, vivía de pequeño. Ni por la situación, ni por edad, ni por personalidad, ni por localización. Sin embargo, pese a que tengo en la capital mi sede base, nunca, ningún día, olvido de donde vengo, de donde soy, la gente que tengo allí, los planes que dejé de hacer, los rincones que dejé de visitar. Intento reencontrarme con todo eso cuando hago esos viajes y visitas que (para mí) son fugaces.
Sin embargo, hay algo de allí que tengo aquí: la personalidad, la persona que soy.
El niño que hacía sus deberes antes de ir al parque.
El niño que perfeccionó su técnica futbolística jugando con otros niños y niñas por las tardes.
El niño que veía atardeceres sin edificios frente a casa.
El niño que te tiraba petardos.
El niño soñaba con ser periodista y fabricaba periódicos domésticos en casa de la iaia.
El adolescente al que le venía grande la vida.
El niño que coleccionaba cromos.
El primer amor que duró tres años.
Las tardes de sábado hablando.
Las noches de sábado de cena con amigas y amigos.
Los (buenos) profesores que tuve en colegio e instituto.
Los torneos de Pro Evolution Soccer con amigos de toda la vida.
El Mercadona del barrio.
El niño que compraba el periódico todos los días.
Los fines de semana en la segunda residencia.
Los fines de semana en el pueblo siendo libre, sin ataduras, haciendo cosas que jamás haría en la ciudad.
Las primeras borracheras.
Las partidas de Pokémon en el coche.
Y mil anécdotas más. Aquel niño, aquel adolescente, aquel adulto sigue aquí. Sigue aquí porque ayudaron a ser la persona que soy, la persona que tiene unas raíces marcadas, que tiene una familia que ahora valora como nada, que tiene el privilegio de tener una cultura de cuna especial y que tiene la suerte de ser de una tierra maravillosa que, ahora, fuera de allí, llama la atención al sacarla del escenario para el que fue creado.
Mi ciudad, mi pueblo, mis amigos, mis amigas. La persona que soy hoy.
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