Seguramente, parecerá una confesión friki, pero cuando uno ama la radio, le apasiona el mundo de la comunicación y tiene una capacidad innata por soñar y dejarse llevar, os puedo asegurar que esta imagen tiene mucho valor y significado. Me ocurre ahora, cuando el trabajo me lo permite. Salir a ver el atardecer en la terraza (bendita salida de emergencia en esta cuarentena) y ver esa torre, tan cerca pero a la vez tan lejos. Es una sensación tan bonita, tan indescriptible, que siempre me permite acabar recordando aquella etapa en la que ansiaba un mensaje, un correo, con esa respuesta afirmativa que me devolviera a una capital que, confieso, no me tiene enamorado al cien por cien, pero que cuando no estoy la añoro. Esta es la famosa torre de la que ya os he hablado en más de una ocasión. El edificio de la Cadena SER está justo al lado (hasta hace poco creí que era ese), pero sólo con ver ese reloj ya me traslada a ese bullicio de la Gran Vía.
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