a ya clásica panorámica de un vagón de metro o autobús. Hablo de transportes públicos porque creo que es algo más habitual, y donde realmente lo presencio más veces.
Decenas de personas en sus respectivos mundos absortas por un smartphone con Internet en la mano. Todas con la mirada hacia abajo, mirando la pantalla, sin mirar a nadie del resto de vagón. La imagen da miedo. La imagen refleja una pérdida de valores sociales que a corto plazo parece que no son recuperables.
Mucha gente asegura que los smartphones nos están volviendo tontos, que nos están convirtiendo en seres antisociales. Creo que hay parte de razón, pero el argumento lo compro a medias. ¿Nos hemos convertido en seres antisociales? Me temo que sí. Es evidente. Mires donde mires hay casos y ejemplos que lo reflejan a la perfección. Pero no creo que sea culpa de los móviles, y seré muy claro.
No todo el mundo va mirando el smartphone. Aunque parezca mentira, no. Hay más personas que también están absortas, entretenidas con sus propios recursos. Hay gente que lee, hay gente que va escuchando música con sus auriculares, e incluso hay gente que simplemente va callada. La culpa no es de los smartphones. ¿Ayuda a ese ser antisocial que inunda nuestras calles? Posiblemente, pero el ser es antisocial casi ya por naturaleza actualmente. Y a todos nos ha pasado. Cuando llega alguien de “mente abierta” y nos empieza a hablar en el metro, por ejemplo, pronto empezamos a pensar en qué pesado es, en ¿por qué me ha tocado a mí?, cuando simplemente intenta socialibizar, ser un ser social, establecer conversación. Pero estamos programados en la actualidad para rechazar eso, para verlo como diferente a lo habitual, a lo que hay en la corriente, y nos patina.
Pero no. La culpa no es de los smartphones. La culpa de los valores sociales y humanos que vivimos en la actualidad.
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