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¿Hago bien mi trabajo?

Foto del escritor: Esteban GómezEsteban Gómez

Llevo unas semanas de desconexión, lejos del contexto habitual, fuera del entorno natural. Unos días de confort mental, que no de descanso, ya que estoy aprovechando para adelantar proyectos aparcados y hacer ciertas tareas que no podía hacer antes.

He descubierto que, pese a no tener la mejor conexión a Internet del mundo, puedo hacer directos en Instagram echando mano del 3G del móvil. Y me parece interesante, pero a la vez me ha servido para abrir una puerta de reconocimientos y bonitas palabras que hasta, confieso, me ha pillado en fuera de juego, algo descolocado.

Estoy acostumbrado, permitidme el lujo, a recibir palabras de afecto de mucha gente. Cuanto tienes un público amplio y te expones a diario con tus contenidos, es relativamente normal que recibas de primera mano un gran feedback. No debe ser bueno siempre, claro. Esto es Internet, no un convento de paz y amor. Pero en los últimos días no sé que está pasando. Es una gran noticia, una bonita noticia, pero estoy recibiendo una cantidad inmensa, desmesurada, de cariño, de buenas palabras, de piropos personales y profesionales que, como digo, me han pillado a contrapie.

Es bonito. Es una sensación de gratitud enorme y siempre acabo agradeciendo yo a las personas porque, por contradictorio que parezca, sin la gente yo no haría muchas de las cosas que sigo haciendo casi 8 años después de meterme de lleno en el mundo de las redes sociales. Me parece hasta gracioso como recibo mensajes de afecto y cariño de la gente, agradeciéndome mi trabajo diario, y al final soy yo el que acabo agradeciendo sus palabras. Pero es algo innato. Es algo natural que sale solo.

Creo que todo está recalando en el hecho de hacer directos en Instagram, porque es una tarea complicada, pero intento contestar a todas las preguntas. No puedo hacerlo, no puedo conseguirlo, pero lo intento, y creo que la gente capta cómo soy, cómo me expreso. Porque lo he dicho miles de veces, mi marca personal no es que esté sobrevalorada, yo sé el esfuerzo que hago a diario, pero no lo hago para eso, para recibir cariño. Soy de los que pienso que si yo puedo hacerlo, cualquier persona puede hacerlo, entonces lo normalizo, le quito cualquier aura mágico o diferente que sí mantiene la gente que me sigue en redes. Entonces, lo agradecen, y es una sensación indescriptible que sólo me permite agradecer, dar las gracias, ante semejante cantidad de cariño y afecto gratuitos que estoy recibiendo los últimos días.

No diría nada de esto si no fuera desmesurado. Reitero que, por suerte, recibo mucho cariño y reconocimiento de gente, pero lo de la última semana está siendo por encima de lo habitual, y sólo hace recargarme las pilas para seguir adelante.

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