
Escribo desde la ilusión, la tranquilidad y la emoción. Netflix ha estrenado la primera parte de la cuarta temporada de Stranger Things no puedo estar más contento. Me he reencontrado con la saga.
He vuelto a sentir la magia que sentí con la primera temporada y había perdido, luego, con la segunda y tercera. No es que la dos y tres me parecieron malas, ni mal producidas, pero con la edad de los protagonistas habían aparecido intrahistorias que, en muchas ocasiones, me parecían estar viendo algo así como High School Musical y, sinceramente, me desencantaron un poco. No con la esencia fantástica y casi de terror de los capítulos.
Sin embargo, pese a que me senté a ver los nuevos capítulos con ese pequeño desencanto, pronto volví a engancharme. Stranger Things es una serie extraordinaria que cumple todas las bases para haberse convertido en un fenómeno mundial de masas. Personalmente, creo que es una de las mejores producciones que se han hecho en la última década.
Tiene emoción, intrahistorias, está muy bien guionizada, muy bien producida, excepcionalmente post-producida. Falta la segunda parte de la cuarta temporada, la del final de la serie (sale en julio), pero hasta entonces he vuelto a enamorarme de una serie que, como he dicho anteriormente, me desenamoró un poco.
Larga vida a Stranger Things.
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