Sobre enfocar el problema en la limitación de Twitter, y no en la adicción de la gente.
Pese a que seas feliz y cuerdo, este fin de semana te habrás enterado de que Twitter había instalado una serie de medidas que limitaban la visualización de tweets de los usuarios no verificados. Las personas que no pagan, vamos.
La gente se volvió loca. Pronto empezaron a exagerar (cómo no), a expresar su malestar, a clamando al cielo por otra medida negativa (según ellas y ellos) de Elon Musk. ¡Cómo has podido hacernos esto, Elon!
Pero ha vuelto a pasar. Se ha vuelto a desviar la atención, la mirada y la dirección de lo puramente lógico. En cada tweet denunciante, en cada tweet irónico, se escondía una adicción. La adicción a los timeline infinitos, a las horas mirando tweets. Si algo es infinito y lo limitas, por lógico que pueda sonar, se minimiza.
A todo esto. Tras no más de un día, esas restricciones desaparecieron. Doble sensación negativa. La primera, demostrando no tener ni idea de cómo funciona la red social a nivel de usuarias y usuarios. La segunda, el paso atrás, dejando claro que había sido un error.
Una serie de apuntes personales:
Elon Musk no transmite ninguna confianza ni ninguna dirección. Hace, deshace a su antojo, muy alejado del uso de las personas que usan Twitter. No parece tener demasiada idea.
No sufrí ninguna restricción. No por ser especial, sino porque soy incapaz de cubrir la visualización de esos 600 tweets diarios. He trabajado mucho para ello. Hace unos años, sí, totalmente. Pero ahora (salvo casos concretos) ni de lejos. Por ello hablaba arriba de las adicciones.
La gente debe mirarse este tipo de reacciones, porque exponen abiertamente cosas que, si lo pensaran, no les gustaría que la gente lo supiera. Parece que, porque lo hace mucha gente, todo se camufla. Como beber alcohol, por ejemplo. A nadie le patina ni le sorprende, porque se produce de forma colectiva y en masa, pero no deja de ser un problema.
Musk seguirá tomando medidas, la gente seguirá reaccionando... y ya, porque seguirán en Twitter. Al menos hasta que haya otra red social en la que vomitar odio, toxicidad, inseguridades y complejos.
He dicho.
