De repente, vi que el ambiente del despacho había cambiado. De repente, me di cuenta de que algo estaba pasando ahí fuera, al otro lado de la ventana. Me asomé. Al principio, unos pequeños detalles en tonos rosas. Era la primera pista que me llevó a cerciorarme de dos cosas: 1. Iba a atardecer 2. Había nubes y, por ello, era posible ver algo extraordinario.
Al cabo de pocos minutos, la locura. Una locura que se resume en la siguiente fotografía:

Tengo la suerte de ver este tipo de luces a diario. Casi todos los días. Sin embargo, lo de ayer fue demasiado bonito y espectacular. La luz del despacho cambió. Todo se convirtió en ardiente. Todo era cálido. El naranja se había adueñado de los monitores, del escritorio, de las estanterías. Incluso del rincón del sillón.
El cielo estaba en llamas. Unas llamas que, evidentemente, no pasaron desapercibidas. Compartí una imagen sin filtros en los stories de mi Instagram. Luego, me di cuenta de lo extraordinario, porque seis-siete personas que viven cerca, en la zona, incluso a diez kilómetros, estaban siendo testigos de semejante locura visual. Me di cuenta de algo, también, que es algo de lo que huyo. Mirando por la ventana, con semejante escenario exponiéndose sin complejos, pasaron varias personas por la calle que no miraban al cielo. Me dio rabia. El automatismo social que inunda todo me entristece cada vez más.
Y no. No es que tenga una situación privilegiada que me permite pararme a pensar en ello. Lo disfruto igual en un trayecto de metro, en un trayecto de autobús, en un trayecto de coche o en un trayecto de tren. La clave no sólo es darse cuenta, sino tomarse la molestia de disfrutar el momento, permitirse dedicar esos instantes para romantizar y mimarse.
No era el único. El objetivo no era ese. La clave era disfrutarlo, saborear esos escasos minutos e intentar ver en primera persona la vertiginosa velocidad a la que se pinta el cielo desde el rosa inicial, pasando por el naranja saturado de la fotografía hasta el rosa/violeta que he compartido en esta otra entrada del blog.
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