Escribo estas líneas un viernes por la tarde. Un viernes por la tarde previo a un lunes de San Isidro en Madrid. Si de normal un viernes por la tarde ya es suficientemente especial y esperado, imagina un viernes que tiene un lunes festivo en el horizonte.
Siempre digo que el mejor momento del fin de semana son las tardes de los viernes. Cuando todavía es día laborable, cuando tienes todo el fin de semana por delante y, como has trabajado, has cumplido. Esa sensación es impagable. Ojalá algún día algún genio fabrique y patente una herramienta para alargar los momentos. No de forma eterna (al final me aburriría), pero sí que esa tarde dure 4-5 horas más, sin que nada cambie de cara al sábado y al domingo.
Partiendo de eso, se le añade un día extra, un lunes festivo en Madrid que ilusiona una tarde del viernes y que parecerá poco cuando el lunes entre en la tarde-noche.
Ese justo y preciso momento. Las tardes de los viernes son algo especial.
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