En los últimos meses, siento que el círculo de mi vida sigue en movimiento, sigue adelante, sigue su curso natural. Creo que he hablado de ello alguna vez ya, pero sigo dándome cuenta de esto.
Todo se entiende partiendo del punto de partida. De pequeño quise dedicarme a varias profesiones. Primero, quería ser biólogo (o eso creía). Luego, quise ser arquitecto. Más tarde, tuve mucha curiosidad por el dibujo y la pintura. Por último, casi de forma definitiva, sentí la pasión por el periodismo. Ya de adulto, el Community management.
Sin embargo, siento cómo mis pasiones y sentimientos vitales, miran al pasado últimamente. No por pérdida de pasión por el periodismo o las redes sociales. No, me siguen gustando, pese a que (es cierto) he sentido alguna que otra decepción. Pero en los últimos meses he sentido algunos flashes en forma de atención sobre aquellas primeras pasiones que viví cuando era pequeño y preadolescente.
Volví a sentir curiosidad por la pintura (acuarela, acrílico, guache, lapiceros) y por el dibujo (bolígrafo de diferentes grosores, manga, chibi). Es algo complicado de explicar, pero en el último año algo dentro de mí me pide expresar. Algo dentro de mí me pide ponerme delante del folio en blanco y desahogarme. Líneas, lettering, escritura. Todo improvisado, dejándome llevar, porque es así, sí, lo necesito, me lo pide el cuerpo.
La pintura y el dibujo fueron las primeras alertas de mirada del pasado. La primera, porque en las últimas semanas siento que la arquitectura vuelve a hacerme sentir muy interesado. La arquitectura en fotografía (eso lleva presente muchos años), mediante el uso de la perspectiva, en pintura (me doy cuenta de que me interesé mucho en 2021 en el sketching), o en mi día a día mirando todo lo que me rodea.
No quiero ser arquitecto. Creo que necesito una base a la que no me orienté hace años, en su debido momento. Pero sí sé que el interés está ahí, y no es un interés fugaz, ni inventado. El niño que ya se interesó hace muchos años, que hacía planos de proyectos mentales, que diseñaba en su libretas las casas de Los Sims, que soñaba con hacer una maqueta de Hogwarts, que siempre sentía amor por las maquetas de trenes. Ese niño sigue existiendo y con estos intereses que parecen salir de la nada hace acto de presencia.
Siguiendo ese círculo (pintura, dibujo, arquitectura), el siguiente paso sería tener interés por la Biología. Algo que, ahora mismo, cuando escribo esto, no creo que ocurra.
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