Escribo desde un tren. No es la primera vez que escribo desde un tren. No es la primera vez, porque me gusta, porque se ha convertido casi en tradición. Cuando tengo un trayecto largo (más de tres horas), lo hago. Escribo saliendo de Madrid, con unas vistas que, confieso, no me vuelven loco, intentando comprender o sacar algo positivo del regular y básico entorno castellano.
Pronto, todo cambiará. Pronto, todo cambiará porque, primero, voy a una de mis ciudades favoritas; segundo, porque el clima va a ser, digamos, húmedo; tercero, porque las vistas van a cambiar muchísimo.
Escribo desde un tren porque me transmite movimiento, fugacidad. Las primeras palabras de este post nacieron en un lugar que ya parece lejanas estás que ahora lees.
Es maravilloso.
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