Ilkay Gündogan es, oficialmente, nuevo futbolista del FC Barcelona, tras haber militado siete temporadas en las filas del Manchester City. Un anuncio temprano, mañanero, que venía a confirmar lo que parecía un secreto a voces.
Tras ello, tras el anuncio, algunas voces que cuestionaban el movimiento. A nivel personal (del jugador) y a nivel colectivo (del equipo azulgrana). Evidentemente, siempre, absolutamente siempre, hay gente entendida que da su punto de vista. Muchas veces, también, alejados de toda lógica, pero ellas/ellos no se dan cuenta.
Alguna corriente acentuaba el hecho de que dejaba el (supuesto) mejor equipo del año y en el mejor momento de forma. Esto, parece ser, era algo negativo, porque suponía un error. Tras varios años intentando lograr el éxito dorado e histórico, dice 'adiós'. Y dice 'adiós', según estas voces sabias, cometiendo un error del que se acordará en breve, cuando la temporada en las filas del FC Barcelona inicie y arranque.
Pero ahora es cuando opino yo. Hago hincapié en el mismo escenario. Deja el mejor equipo del mundo (sin el supuesto, claro) y tras haber firmado, seguramente, la mejor temporada de su carrera. Y lo hace demostrando una inteligencia admirable. Es fácil abandonar un trabajo, una relación o un evento en su peor momento, cuando está cerca de explotar, cuando pronto se derruirá. Las ratas abandonan el barco cuando todo va mal. Sin embargo, al revés, es la excepción perfecta para demostrar un control absoluto de la situación.
Gündogan se marcha como un destacadísimo futbolista del Manchester City, siendo capitán, habiendo levantado todos los trofeos de una temporada histórica y en un momento futbolístico extraordinario, incluido a nivel goleador, pese a que no es su punto fuerte.
Saber marcharse a tiempo es una situación retórica que no ocurre tanto como se cree en el mundo del fútbol. La cantidad de jugadores que triunfan, que firman una temporada brillante, y no cierran la etapa en el éxtasis, es demasiado seria. Futbolistas destacados que siguen, que deciden continuar para seguir engordando su ego y, luego, claro está, pasa lo que pasa. Not surprise. Salen por la puerta de atrás, con una sensación agridulce (más agria que dulce, normalmente) y con más críticas de las lógicas.
Ilkay Gündogan lo ha hecho perfecto. Su cierre de etapa en Manchester, claro. Ahora inicia un nuevo episodio en Barcelona y su rendimiento volverá a ser examinado, pero en el Etihad Stadium, por haber firmado una despedida más que correcta e inteligente, siempre será recordado como uno de los jugadores más recordados de la historia sky blue.
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