Adama Traoré se convertía oficialmente en jugador del Barcelona hace unas semanas para concretar su vuelta al lugar donde nació futbolísticamente.
Tras salir a la Premier League, en las filas del Wolverhampton, para conseguir los minutos que no obtenía en Barcelona y para seguir evolucionando como jugador, ha vuelto a LaLiga para encarar con ilusión, experiencia y maduración una nueva etapa en el coliseo azulgrana.
Adama Traoré ha sido protagonista total en los años que estuvo en el Wolves y consiguió convertirse en uno de los futbolistas más determinantes de la Premier League. Su rendimiento en términos individuales y colectivos, sumado a su explosivo cambio físico, le convirtieron en un foco total para compañeros y rivales.
Su progresión le expuso en el gran escaparate y consiguió incluso ser uno de los seleccionados por Luis Enrique para la Selección Española. Sin duda alguna, se había convertido en uno de los jugadores más determinantes y las consecuencias de ser un jugador deseado por otros equipos era cuestión de tiempo.
Tras sonar durante muchas semanas para ser nuevo jugador del Tottenham, finalmente, casi de forma express, acabaría confirmándose su salida, pero con destino Barcelona. Volvía a casa, retornaba al lugar en el que firmó sus primeros pasos en la élite y confirmaba que su evolución futbolística le permitía tener un hueco en uno de los clubes más importantes del mundo.
Y llegó su redebut. Llegó su vuelta oficial sobre los terrenos de juego. El Atlético de Madrid visitaba la Ciudad Condal para disputar un duelo directo entre aspirantes a posiciones europeas que podría ser clave en sus respectivas temporadas.
El Barcelona goleó al conjunto rojiblanco y firmó uno de los encuentros más convincentes de las últimas semanas. Y, entre muchos detalles, surgió la figura de Adama Traoré.
El extremo español se adueñó de la banda, de la línea de fondo por el costado derecho y se convirtió en una auténtica pesadilla para Hermoso. Ya no mostró su superioridad física, sino que lo hizo de forma efectiva.
Su primera actuación tras su vuelta al Barcelona convenció y maravilló a los miles de aficionados que acudieron a las gradas del coliseo catalán, y a cientos de miles de personas que siguieron el duelo liguero desde sus casas.
Sin embargo, el partido que protagonizó Adama no fue nada nuevo, no fue novedad, incluso no sorprendió a todo aquel que le viene siguiendo los pasos estos últimos años en la Premier League. Y es aquí donde aparece la clave que debe subrayarse y tenerse en cuenta.
Adama Traoré ha convertido su físico en una herramienta perfecta para marcar la diferencia. Para ganar posicionamiento y para desequilibrar rivales de forma rotunda con velocidad. Pero igual que se ha convertido en un jugador desequilibrante, lo cierto es que nunca ha conseguido ser totalmente regular.
Es protagonista, aporta, desequilibra, es eficiente, pero tiende a la irregularidad, tiende a firmar varios encuentros positivos y productivos con semanas desaparecido, o menos participativo. Es su característica deportiva desde que llegó al Wolverhampton.
De hecho, siempre se le criticaba que era igual de desequilibrante como mal definidor. Marcaba la diferencia, rompía líneas, pero en la toma de decisiones siempre erraba. Consiguió regular ese aspecto y pronto se convirtió en un jugador con cifras goleadoras y asistentes muy mejoradas. Pero siempre ha mantenido esa desaparición temporal que, ahora, en su vuelta al Barcelona, será el gran reto a cumplir.
Todo el mundo sabe que es un jugador muy relevante, que aporta mucho al equipo por sus facultades más que evidentes, pero conseguir la continuidad de rendimiento será la nota que más deberá subir respecto a su anterior etapa en Inglaterra.
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