No sé si fue error mío, error de la fuente en la que lo leí, o directamente una fantasía que nació en mi cabeza y quiso quedarse para molestar.
Pero sí. Confieso que la quinta temporada de Peaky Blinders y la cuarta (las dos partes) de Strangers Things me dejaron un sabor agridulce. No por su contenidos, por sus historias, por sus nudos, por sus desenlaces. Me encantaron. Quizás Stranger Things más. Pero en ese aspecto ninguna me decepcionaron ni me dejaron la sensación de haber perdido el tiempo.
El chafón llegó en sus respectivos finales. ¿Por qué? Porque tenía entendido que era el final de ambas series. En ambos casos estaba convencido. Peaky Blinders me descolocó porque teóricamente era el desenlace final, pero la última escena es bastante sencilla, con un último movimiento de cámara que, sinceramente, me dejó entrever que la historia no estaba cerrada. Todavía sigo pensando en ello, cuando la vi el día de su estreno. La vi en su estreno en Netflix porque ignoré cualquier pista o spoiler procedente de la BBC, ya que en Netflix se estrenó cuando se emitió la serie entera en la cadena británica.
La sensación fue idéntica con la cuarta temporada de Stranger Things porque estaba convencido de que era el final de la serie. Luego descubrí que no. Pero todavía siento ese desconcierto, esa sensación de desorientación, esa mirada a mi pareja preguntándole mentalmente "¿Ya está?". Ahora sé que habrá quinta temporada, en el futuro, sin fecha ni reparto confirmados por lo reciente que está el estreno.
Me pasó en ambos casos. Tenía muchas ganas de ver ambas. Tenía ganas de poner fin a ambas producciones, y ahora siento sensaciones contrariadas.
Comments