Mi vida se divide en dos partes completamente diferentes: los días que trabajo y los días que tengo libres. Sí, es así. Me guste o no todo se desarrolla en base a si trabajo o si tengo el día de descanso. Podemos decir que cuando trabajo todo gira (evidentemente) a ello, y mis horarios se rigen a todo lo que entra en mi jornada laboral, y luego el resto. Pero cometo un error. Cuando tengo que trabajo, mis planes se resumen prácticamente a nada. Casa, trabajo. Y no lo considero un error ni un error ni nada malo.
El tema importante recae en que tengo cierta tendencia a querer abarcar muchas cosas. De hecho, mientras escribo este post he visto 2 vídeos, de fondo tengo un podcast y me he ido a preparar una taza de café. Sobre todo, quiero organizarme mejor.
Quiero leer más, quiero seguir con dos proyectos de libros que tengo empezados, quiero dar regularidad a unos cursos online que tengo pendientes (dos de ellos ya iniciados), pero a veces tiendo a la improvisación y eso no me gusta. No me gusta, primero, porque soy una persona de organizarme las cosas, de seguir un guión al máximo posible y, segundo, porque no controlar qué va a pasar tiende a agobiarme.
Debo organizarme mejor para lo comentado. ¿Trabajo? Perfecto. Es una tarea que me gusta, me apasiona y, pese a que evidentemente es trabajo y me canso, es una de mis prioridades a diario. Pero fuera de ahí debo organizarme de otra forma para leer más sobre las temáticas que me apasionen (aunque tengan que ver con mi trabajo), ver series y películas, llevar a cabo proyectos aparcados, generar contenidos propios en mis redes sociales.
En mi cabeza no concibo esos domingos denominados «aburridos». Creo que cuando tengo libres los domingos son días de no parar, de hacer muchas cosas. Llevo años sin aburrirme un domingo. De hecho, creo que nunca me aburro, en general. Pero debo organizarme mejor. Y creo que voy a ponerme a ello.
Tengo X horas libres. Vale. Entonces, en base a eso, dedicar X tiempo a unas cosas, X tiempo a otras, X tiempo a algo importante, o X tiempo a tareas atrasadas. Se trata de organizarse mejor. Las ideas y las motivaciones están, y eso es una suerte.
