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Cotilleos de cine

Foto del escritor: Esteban GómezEsteban Gómez

Esperaba en mi asiento. Fila cuatro, butaca siete. Había acudido a ver Almas en pena (aquí puedes ver todas las que estoy viendo en 2023). Llegué pronto, como 15 minutos antes. Esperaba. Esperaba sentado, en ese silencio latente previo a que la gran pantalla empiece a ofrecernos contenidos.


El silencio pronto se rompió.


El silenció se rompió con la historia de un hombre que le contaba a una mujer (su amiga, su pareja, su hermana) que se había comprado una casa y había salido bien, porque había sido barata.


El silencio se rompió porque llegaron dos señoras, dos mujeres, y se preguntaron "¿Lloraremos hoy?". No sé qué película vieron anteriormente, pero, parece ser, se emocionaron.


La chica que no era chica. Estaba sentado y llegó una chica. Una chica que se sentó una fila detrás de la mía, pero en el otro lado de la sala. Una chica con aires bohemios, de rasgos escandinavos. Mi mente romántica (de soñar, no de amor), pronto empezó a pensar en su historia, en su interés por ir un viernes por la tarde, pronto, a ver una película en un idioma que no es el materno. No me enamoré, pero pensé en su llegada. Pues no. Cuando acabó la película me di cuenta de que era un chico. Un chico con pelo largo, claro, pero con barba. Nada de nada.


El silencio no se rompió a mi llegada. Había una señora sentada en la fila de delante. "Hola, buenas tardes". Silencio. No me contestó. Entonces, para mí, para mis interiores, me consolé con un "Pues ok".


El silencio se rompió con la misma señora. Ahí sí. Ahí sí, porque llevaba comida en una bolsa de plástico. Molestó doblemente. Primero, con el ruido de la bolsa. Segundo, con el crujir de la comida.


El silenció volvió a romperse con las señoras. "¡Qué pesados!", exclamó una de ellas. La sala 11 está fuera de las instalaciones principales. Hay dos edificios y las salas 11 y 12 están apartadas, saliendo por una puerta trasera que te lleva a la calle y, ahí, tienes la oportunidad de entrar. Al parecer, estas mujeres no esperaban eso y así, con su "¡Qué pesados!" sentenció una de ellas.


Hubo un hombre (creo que el del primer punto) que se iba a Fuerteventura. Así lo confirmó, que había cerrado el viaje con sus billetes y alojamiento.


Todo esto ocurrió en apenas 15 minutos.

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