Compartía la siguiente imagen en mi Instagram y llamaba a la interacción de mis seguidores para intentar definir a Carles Puyol en una palabra. Pecaré en las siguientes líneas de eso que nunca debemos hacer. Pecaré en las siguientes líneas de quedarnos con lo negativo, y no con lo positivo. Un tipo afirmó de forma rotunda (como se le pedía, con una palabra) que Carles Puyol puede definirse en una palabra como «sobrevalorado». Sí, Puyol, el que lideró como pocos, el que dio ejemplo como pocos, el que salvó goles cantados, el que no precisaba de faltas para recuperar balones, el que hizo mejor a Gerard Piqué y Sergio Ramos, el que marcó el histórico gol de cabeza ante Alemania en Sudáfrica en 2010, el que tiene 3 copas de Europa, 1 mundial, 1 Eurocopa y 6 ligas (entre muchos otros trofeos) en su casa, el que se partía cejas y pedía volver al campo con grapas, el que fue considerado durante años el mejor defensa del mundo. Sí, ese. El Carles Puyol que tú y yo vimos y vivimos, el Carles Puyol que quedó grabado en nuestras retinas. Sí, ese mismo. Pues está sobrevalorado.
Te tienes que reír.
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