La fotografía en blanco y negro tiene, en su sencillez cromática, una magia especial de la que me enamoré, casi sin saberlo, hace años. Sin saberlo, hago hincapié, porque muchas de las cosas que laten en nuestro interior llegan solas, casi sin querer, casi sin esperarlas cuando lo deseamos.
Recuerdo que cuando tenía activo mi canal de YouTube, allá por el periodo 2016-2017 más o menos, publicaba vídeos en blanco y negro porque, sencillamente, me daba la gana. Sin pensar en el qué dirán. Me gustaba. Me permitía dar un toque diferencial. Y lo hacía, sin más.
El blanco y negro me encanta. Así, esta pasada semana, en uno de mis ya rutinarios paseos matinales, obtuve estos dos frames que me siguen maravillando.
Día de niebla, sin sol aparente. El escenario perfecto para el blanco y negro.
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