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La doble contradicción


He vivido en Madrid y he vivido en Barcelona. La antagonía geográfica, política, cultural y social. Pero también futbolística, claro está. He vivido en ambas ciudades, y me ha tocado recibir el mismo guión con papeles cambiados, a la inversa, dejándome en un fuera de juego inesperado, de esos que capta la cámara y te coge con un rostro desencajado porque pensabas que el central se había quedado atrás y estabas en posición legal. Sorprendente, podríamos decir.

Hablando de mis gustos futbolísticos, pocas veces suelo hablar abiertamente del tema porque me parece un dato absurdo cuyo objetivo y consecuencia es la de etiquetar y, por arte de magia, entras en un grupo en el que, seguramente, tengas poco que ver, pero como cumples una de las bases ya formas parte de la corriente. Ahora vivo en Madrid y una de las primeras cosas que me dijeron en mi nuevo trabajo (donde ya sabían más o menos "quien era", por mi marca personal) fue que soy antimadridista. Me pilló desprevenido. ¿En serio? Pero lo curioso, y gracioso, es que cuando vivía en Barcelona, una de las cosas que más me llamaron la atención fue el oír de compañeros que era del Real Madrid por el simple hecho de acertar mis pronósticos contra el conjunto azulgrana y, sobre todo, por hablar en castellano, y no en catalán.

Es decir, en Madrid soy antimadridista (o eso dicen) y en Barcelona era del Real Madrid. Y yo en medio, mirando a ambos lados sorprendido, como pensando en esos argumentos absurdos para caer en la etiqueta. Me parece gracioso, porque no soy ni una cosa ni otra.

Pero hay más. Por ser de Valencia, por hablar en Twitter del equipo valencianista, un gran porcentaje (cada vez más) afirma que soy del equipo de Mestalla. Este argumento me parece más lógico porque, dentro de que la opción fuera verídica, ser valenciano, haber vivido toda mi vida en Valencia, puede llamar a esa conclusión.

Luego están los que me tachan de odiar al Tottenham, West Ham o Arsenal por el simple hecho de decir que soy del Chelsea. Sí, claro. Claro que soy del Chelsea, pero ¿qué tendrá eso que ver con odiar a otros equipos? Son equipos londinenses y es evidente que la rivalidad existe en la ciudad, pero yo lo vivo todo desde la distancia. Yo disfruto con Harry Kane, disfruto con las pompas de jabón y disfruto con la majestuosidad del Emirates Stadium.

Tópicos y mentiras por todos lados. Y la pregunta sigue en el aire: ¿De qué equipo soy? Debo reconocer que me he planteado seriamente últimamente dar un paso adelante y decir el equipo español que admiro, aunque ya haya dicho en más de una ocasión que simpatizo con Athletic Club y Eibar. Pero ahora me siento capacitado para decir abiertamente el equipo que me hace sentir gusanillo real, más allá de simpatías, atracción y demás. Aunque, claro, para unos seguiré siendo madridista, y para otros antimadridista, siendo un servidor la misma persona que disfruta cada vez más de su forma de vivir el fútbol.

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