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Aquellos jóvenes caprichosos...


Tengo 28 años. Pertenezco a esa generación que muchos atrevidos aseguran que es la mejor preparada de la historia de España. No sé si es bueno para los jóvenes, o malo. Eso daría para otro análisis. Pertenezco a una generación que ha crecido viendo cómo muchos jóvenes preferían la pala a la escuela. Como decía la fantástica canción de 'Amistades Peligrosas' (allá por 1997) había que elegir entre ambas cosas: o trabajar, o estudiar. Una de dos. No había otra elección. Una se traducía en horas de aburrimiento ante profesores que, en su mayoría, iban a echar sus horas y acaba, con motivación cero. La otra se traducía en horas de trabajo que, a final de mes, aportaban dinero, bastante dinero. El camino era fácil para muchísimos jóvenes de mi edad: ganar dinero para darse todos los caprichos del mundo.

Trato este tema, después de tantos años, porque leía recientemente una portada del diario 'El Mundo' tratando el tema del paro entre los jóvenes y de la situación de muchos, incluso encontrándose situaciones de chicos y chicas que ni trabajan ni estudian. No diré que esté bien, ni mal, porque meterlos a todos en el mismo frasco, seguramente, sería injusto. Seguro, estoy convencido, hay jóvenes que pierden horas de sueño por la impotencia de querer trabajar y no poder. Es así. Pero, evidentemente, habrá muchos otros cuya máxima aspiración diaria será jugar a la videoconsola, por ejemplo. Casos de todos los colores.

Crecí con esa generación de amigos y amigas que dejaban los estudios, sobre todo en los años de instituto, para trabajar, para ganar dinero. Chicos y chicas de 18-19 años que tenían buenos trabajos (sí, existía esa posibilidad), con cochazos, que vestían a la moda, que tenían el último teléfono móvil del mercado. Les iba bien, posiblemente. Pero, ¿qué es de ellos ahora? Muchos tienen un BMW antiguo (si es que no lo han vendido), con ropa que ya no es moda y con una situación preocupante. En su momento eligieron la pala a la escuela, dejando de lado sus estudios, su formación, y ahora, sin trabajo, con una tasa del paro muy elevada, son jóvenes (siguen siéndolo) sin estudios, sin formación, y sin todos esos caprichos que en su día brillaban como el oro más puro.

Eligieron lo que quisieron, pero actualmente no les sirve de nada. ¿Tienen trabajo aquellos que estudiaron? No existe el 'Sí' rotundo. Ni mucho menos. El desempleo existe, por desgracia, pero al menos aquellos que eligieron acudir a clase y continuar su formación tienen ahora unos estudios cursados que, más tarde o más temprano, acabarán abriéndole puertas, a priori, más fácilmente.

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