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El fútbol es de paletos


Una noche tranquila en el club de Jazz. Una increíble velada en el Teatro Principal. Una tarde soleada junto a la ventana, en mi rincón más especial, recitando poesía. Suena bien, ¿eh? Qué romántico, qué bonito, qué elegancia. Permítanme añadir un partido de fútbol. Sí, con sus gritos, con sus análisis, con su cerveza fría, con sus patatas fritas para picar.

¿Qué? ¿No es lo mismo? Vaya, qué desilusión.

He leído muchas veces críticas al fútbol. Algunas creíbles, algunas incluso tienen argumentos que podría aceptar, que no compartir. Pero hay una que me patina siempre, que me llega a irritar por la ignorancia del emisor, de quien no vive esa pasión, de quien vive en una mentira constante.

Damas, caballeros, millenials. ¿Les gusta el teatro, el jazz, el cine, leer? Háganlo. Háganlo a diario, a todas horas. ¿Son felices? ¿Lo han elegido? Adelante, por favor. No seré yo quien les niegue su placer. No seré yo quien les prive de su momento All Bran cerebral. Pero háganlo sin molestar, sin menospreciar a quien no es como ustedes. ¿Saben? Un símil social se convertiría en un comportamiento racista. Pero vaya, quizás no lo entenderían.

Me gusta leer, me gusta el cine, me gusta escuchar jazz antes de dormir, me gustan los documentales sobre Corea del Norte. Pero también me gusta el fútbol. Y no. No soy un paleto. Tengo valores, tengo estudios, tengo metas, tengo aspiraciones en la vida. Y no, aunque lo crean, no tengo una granja de cerdos en mitad de la nada que me isla del mundo. Tengo conocimientos. Sigo la actualidad de cerca en la gran mayoría de sus ámbitos (aunque debo reconocer que esta era de la sobreinformación es mentalmente agotadora), pero insisto, me gusta el fútbol. Me gusta seguir de cerca un deporte que es apoyado por millones de personas en todo el mundo.

Insisto. Por favor, lea, vea documentales, vaya al teatro, vaya al club a degustar la más cara de las copas de vino solo, o en compañía. Hágalo. Claro. Por favor. Sea feliz, deguste el mejor trago de vida que pueda permitirse, pero viva el momento, no mire hacia los lados para señalar a quien no es como usted. Al final, ni disfruta usted ni deja disfrutar al aficionado al fútbol.

Se sorprendería, seguramente, al descubrir que algunos de sus ídolos, de sus referentes, son (o eran, porque claro, a usted eso del mainstream no le va) aficionados de algún equipo de fútbol.

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