¿Cómo van a sentirse orgullosos de perder? ¿Cómo van a sentirse orgullosos de caer eliminados a las puertas de una Final? ¿Cómo van a estar felices y satisfechos de haber caído 4 veces en los últimos años ante el eterno rival? Ocurrió en 2015, ocurrió en 2016 y ha vuelto a ocurrir en 2017. Pero siguen orgullosos de sus ideales, de sus sentimientos, de sus colores. Han crecido con ellos, han crecido con sus valores de amar por encima de las situaciones, y es por ello que anoche la capital española parecía ser una fiesta colchonera, en vez de madridista.
Evidentemente, a primera vista, es incomprensible ver cómo los derrotados muestran su orgullo por la caída, por la derrota, por sentirse de nuevo contra la lona, por volver a ser privados del gran deseo europeo ante ese vecino que te seguirá recordando la gloria. ¿El fútbol no se trata de ganar, de levantar títulos, de conseguir más goles que el resto? ¿Cómo van a sentirse orgullosos de no cumplir los objetivos, de fracasar en el intento una vez tras otra ante ese rival que se ha convertido en pesadilla europea?
Simeone implantó un nuevo aire, un nuevo sentimiento, una nueva corriente sentimental. El viejo auge del Atlético de Madrid renació, el que campeonaba, el que tocaba la gloria, el que les convertía en los focos de los éxitos, y no de las derrotas. Títulos a nivel nacional y europeo. El conjunto rojiblanco guardaba en un baúl lleno de polvo ese término tan arraigado a su trayectoria, como era “El Pupas”. Estaban orgullosos entonces por su éxito, por su gloria. Pero son ya varios años sin saborear las mieles del éxito. Desde 2014 el Atlético no ha vuelto a ganar un título y la varita mágica de Simeone parece haber caducado, parece haber perdido su efectividad. Vuelve la sequía, vuelven las derrotas y vuelve esa sensación tan innata de ver al vecino celebrando éxitos.
Pero mantienen el orgullo, mantienen ese sentimiento de amar unos colores, de amar a un equipo, sea cual sea el resultado, retando nuevamente a la lógica, yendo a la contra de lo puramente esperado. De nuevo, ¿cómo van a estar orgullosos de perder, de no ganar? Las imágenes tras la derrota en el derbi capital, que provocó la clasificación del Real Madrid para la Final de Cardiff, han emocionado a conocidos y extraños. Puro sentimiento, pura pasión, puro orgullo. De eso se trata el fútbol, damas y caballeros. Adorar una rutina, unos ideales, por encima de todo, sea cual sea el resultado. Puro amor. ¿Acaso no amáis a una pareja cuando sois felices y cuando una mala noticia os afecta? ¿Acaso no permanecéis juntos en las buenas y en las malas? ¿Acaso no amáis a alguien con sus defectos y sus virtudes, siempre? Eso es lo que sienten los aficionados del Atlético de Madrid. Aman a su equipo pese a sus imperfecciones, adoran sus colores pese a que no son perfectos a nivel deportivo. Puro amor, puro sentimiento. Más allá de los títulos, del dorado de las vitrinas.
Afirmaba el periodista Axel Torres es una entrevista con los compañeros de Ecos del Balon que “perder es lo normal”. El mundo del fútbol, y la sociedad en general, impone que ganar, lograr el éxito, es el objetivo, es lo bueno, es lo perfecto, y automáticamente descarta todo aquello que no se relacione a eso. ¿No ganas? Eres un perdedor, eres un fracasado, te apartamos. Pero como dijo Axel, perder es lo normal. Cuando asimilas que es lo normal, ganar es la mayor satisfacción del mundo, porque se sale de lo habitual, de lo corriente. Si ocurre al revés, la derrota te invade de tal forma que no sabes cómo reaccionar. La impotencia te invade de tal forma que te convierte en un ser indefenso, herido ante lo desconocido.
Cuando te enfrentas a algo o a alguien la probabilidad de caer es real, existe, ¿por qué se impone la victoria por delante de la derrota si ambas opciones son reales? Cuando aceptas que la derrota existe, nada cambiará si ocurre, porque sabes que es normal, que existe. Sin embargo, cuando tus ideales te hacen aspirar de forma continua a la perfección, acabarás conociendo más tarde o más temprano la derrota, y entonces te hundirás, sentirás una derrota dolorosa, puramente dolorosa.
¿Cómo pueden sentirse orgullosos los aficionados del Atlético de Madrid de haber caído, una vez más, ante el Real Madrid? ¿Cómo pueden emocionarse cantando su himno después de una nueva derrota? Se trata de amor, de pasión, en lo bueno y en lo malo. Le quieren con sus virtudes y sus defectos. Cuando aceptas la derrota como algo normal no sufres de forma negativa, lo asimilas como algo que existe, que puede ocurrir.
La actitud de los aficionados del Atlético de Madrid animando, cantando el himno, llorando de emoción ante esa corriente humana que creó un aura mágico. Eso es fútbol. Eso es amor. Eso es sentimiento.
Que nadie os engañe. Como diría Axel, perder es lo normal.